La transparencia, virtud olvidada en
época de cambio. Virtud olvidada en nuestras sociedades eficientitas y
competitivas.
Más que virtud, la transparencia es una
estilo de vida, una cualidad del ser.
Surge por sí sola la transparencia,
cuando abrimos las puertas al Ser. Aparece sin esfuerzo cuando la mente calla y
el corazón se aquieta.
Hace falta transparencia en nuestro
mundo y nuestras relaciones. Hace falta en el mundo político, en la iglesia, en
las instituciones, en la relaciones de parejas y de amistad, en la sociedad
civil.
No decimos lo que pensamos y muchas veces ni sabemos lo que pensamos. No sabemos lo
que sentimos y a menudo no lo
queremos sentir.
Simplemente reaccionamos, esclavos de nuestra emotividad sin control y sin
rumbo. Vivimos de reacción en reacción, sin lucidez y sin luz. No somos
transparentes con nosotros mismos, ¿cómo
podemos serlo con los demás?
No nos conocemos y no nos aceptamos.
Continuamente estamos escapando de nosotros mismos, asustados por nuestras
mezquindades, nuestros pensamientos, nuestros sentimientos.
No nos atrevemos a vernos y llamar por
nombre lo que nos pasa. Aturdidos por el ego y el miedo no queremos ver, no
queremos saber.
Y la transparencia, tan bendita y
esencial, se esfuma triste detrás de las cortinas que hemos puesto. Tal vez
inconscientemente.
Entonces opinamos sin fundamento y
juzgamos con facilidad. Herimos a los demás sin darnos cuenta, impulsados por
la necesidad de defendernos y afirmarnos.
El camino hacia la transparencia empieza
por uno mismo, por la decisión de silenciarnos y enfrentarnos a nosotros
mismos.
El camino hacia la transparencia empieza
ahora y empieza por ti. Empieza por la decisión de amarte en serio. Empieza por
la decisión de ver.
La transparencia se asoma cuando nos
aquietamos, como el agua serena de un estanque o del mar que permite ver en las
profundidades.
La transparencia nos permite conocernos
y aceptarnos por lo que somos y no por lo que nos gustaría ser o deberíamos
ser. El camino hacia la transparencia es el camino de la aceptación del don
único que somos.
Nuestra propia unicidad y originalidad
se expresa y revela en la transparencia.
El camino hacia la transparencia es simultáneamente el camino desde la transparencia.
Ya somos lo que queremos ser. Ya somos
el amor que anhelamos. Desde nuestra interioridad más profunda el amor que
somos pide ser visto y ser expresado en una continua creatividad.
Mientras caminamos dando espacio a
nuestra propia transparencia, podemos construir y reconocer la transparencia
afuera.
Aprender a callar antes de hablar para
sentirnos, para sentir. Aprender a reconocer lo que viene desde el ego o desde
el amor. Conectarnos requiere quietud y silencio. Aprender a callar y a hablar
poco y claro. Aprender a decir lo que sentimos sin miedo. Aprender a
independizarnos de las opiniones.
La transparencia es valentía y
fidelidad.
Aprender a ser fiel a uno mismo – a lo mejor de uno – es el camino más
directo a la transparencia en las relaciones.
La transparencia revela la belleza que
somos.
La transparencia es pura libertad y
desapego: deja vislumbrar lo invisible.
La transparencia es un vacío lleno de
luz y de amor.
La trasparencia es el Ser que se hace
don y entrega.
La transparencia es sumamente
respetuosa: deja ver sin aturdir ni imponer.
Libre de ambiciones y deseos la
transparencia se convierte en ternura y amistad, en vulnerabilidad compartida.
Vivir desde la transparencia y hacia la
transparencia es el camino del amor y de la comprensión.
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