“No
volveremos a la normalidad porque la normalidad era el problema”
Esta escrita en un edificio me empujó a
retomar el tema de la “normalidad”. En este tiempo de pandemia se habla mucho
de normalidad y muchos se preguntan si el mundo podrá volver a la normalidad
una vez superada la crisis.
Reflexionando sobre el tema me vino a la mente lo que
decía hace ya unos decenios el psiquiatra escocés Ronald David Laing (1927-1989). Es un texto muy duro y cuestionador. Merece
enfrentarlo:
“Mucho
antes de que pueda tener lugar una guerra termonuclear, hemos tenido que
reducir a escombros nuestra propia cordura. Empezamos con los niños. Es
fundamental atraparlos antes de que sea demasiado tarde. Sin un concienzudo y
veloz lavado de cerebro, su perspicaz mente descubriría nuestro sucio juego.
Los niños no son todavía idiotas, pero les haremos tan imbéciles como nosotros,
a ser posible con altos coeficientes intelectuales.
Desde el
momento del nacimiento, cuando el niño de la edad de piedra se enfrenta a su
madre del siglo XX, el niño se ve sometido a esas fuerzas de la violencia
denominadas amor, como lo fueron sus padres y los padres de sus padres y los
padres de los padres de sus padres. Dichas fuerzas van primordialmente
encaminadas a destruir la mayor parte de su potencial y, en general, suelen
lograrlo. Cuando el nuevo ser humano alcanza más o menos los quince años, nos
queda un ente muy semejante a nosotros mismos, un ser medio loco ajustado más o
menos a un mundo de locura. Esta es la normalidad en la época actual…
La condición
de alienación, de somnolencia, de inconsciencia, de enajenación mental, es la
condición del hombre normal.
La sociedad
le otorga un gran valor a su hombre normal. Educa a los niños para que se
pierdan en lo absurdo y sean, por consiguiente, normales.
Los hombres
normales han matado a unos cien millones de hombres también normales en los
últimos cincuenta años”
En el fondo todo eso nos pone delante de
los ojos unas preguntas:
¿Qué
significa ser normal?
¿Qué
es la normalidad?
Sigo con las preguntas:
¿Es normal
que se mida el crecimiento de una sociedad y un país en base a la economía?
¿Es normal
que en el 2020 sigue una brecha infinita entre la opulencia y la miseria?
¿Es normal
que en el 2020 siga habiendo niños padeciendo hambre y enfermedades totalmente curables?
¿Es normal
que un futbolista en un mes gane más dinero que una maestro o un medico o un
albañil en 10 o 20 años?
¿Es normal
que todavía haya corrupción en la política?
¿Es normal
el monopolio de las multinacionales y su injerencia en la vida política?
¿Es normal
que en el 2020 haya millones de refugiados y exiliados?
¿Es normal
acostumbrarse a 10 años de guerra en Siria?
¿Es normal
que los estados gasten más en el ejercito y las armas que en educación y salud?
¿Es normal
que se invierta más en tecnología que en poesía, arte y cultura?
¿Es normal
pasarse horas viendo la televisión y renunciando al compartir familiar?
¿Es normal
vivir corriendo y apurados?
¿Es normal
vivir comiendo comida chatarra y tomar Coca Cola?
¿Es normal
el abuso sistemático y la explotación de la tierra para aumentar continuamente
la producción y los ingresos?
¿Es normal
generar tanto sufrimiento animal para satisfacer nuestros paladares?
¿Es normal
que nuestros niños sepan manejar un celular y no saben manejar sus emociones?
¿Es normal
el fanatismo religioso y que todavía las religiones nos encuentren caminos de solidaridad
y fraternidad?
¿Es normal
enojarse cuando las cosas no salen como yo quiero?
¿Es normal
mirar al desconocido con desconfianza?
¿Qué es la normalidad?
¿Qué significa ser normal?
No lo sé. No quiero saberlo y no me
interesa.
Pero amo la locura del amor, la
exuberancia de los colores, la vitalidad de los niños y el explotar de la
primavera.
No, no me interesa la normalidad y lo
que el mundo considere normal.
Jesús no era normal y Buda tampoco y
Gandhi tampoco.
No quiero ser normal. Quiero vivir. Quiero
sentir el viento sobre mi piel y ser cuestionado por el dolor del mundo.
Quiero salir de la apatía y del ruido de
lo normal para vivir el silencio creativo del amor.
Quiero vivir desde el Amor y que la Vida
me vida: siempre nueva, sorprendente, exuberante. Nunca normal.
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