Cuando en la perenne selva,
oscura la Presencia se disuelve
necesitaré más y más silencio
para beber de la inagotable fuente
de tu luminosa Ausencia.
Y cuando el cansancio de los
rostros
asomará en la húmeda ventana
surgirá terrible la pregunta nunca
hecha:
¿La Ausencia de un dios conoce el
humano sufrir?
Quebrará entonces tu sonrisa hecha
luz,
la corteza tenaz y tosca que
esconde la vida,
- ¡chorro infinito y cristalino! -
y estallará la paz que desde
siempre
va nombrando los dioses y las
cosas.
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