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viernes, 5 de octubre de 2018

Goethe, Händel y la escarola




Johann Wolfgang von Goethe (1749 – 1832) poeta y novelista alemán es tal vez el escritor alemán más conocido y apreciado. Hombre de honda sabiduría y genialidad literaria. Un hecho curioso en los últimos años de su vida nos sorprende. Goethe, a los 73 años de edad, se enamora de una joven de 19, Ulrike. Hasta llega a pedirle matrimonio y, obviamente, es solapadamente rechazado. ¡Qué extraño el ser humano! La sabiduría y la genialidad de Goethe tiemblan frente a la belleza floreciente de una joven. Por un instante Goethe olvida el camino de la sabiduría… y este olvido nos regala uno de los versos más hermosos del poeta alemán y de la historia de la poesía: “La elegía de Marienbad”.
La estrofa central dice así:

En lo más puro del pecho palpita el afán
de a un ser más puro, desconocido y extraño,
entregarse agradecido, con total libertad,
penetrando el enigma del eterno Innombrado.
¡Lo llamamos devoción! De tal magnificencia
siento que participo cuando estoy con ella.

En otra traducción:

En lo más noble nuestro ser cultiva
anhelos de rendirse a lo inefable
por honda gratitud que el don no esquiva
al Ser puro, a lo Eterno inexpresable.
Llamémosle Bondad; yo a su clemencia
me acojo y me diluyo en su presencia.


Estrofa central que Stefan Zweig define como “una de las estrofas más perfecta que jamás se hayan creado en la lengua alemana o en cualquier otra lengua acerca del sentimiento de la entrega y del amor.

Georg Friedrich Händel (1685-1759) es compositor alemán y una de las máximas expresiones del baroco musical.
Una de sus obras más conocida y excelsa es “El Mesías”, compuesta después de un grave accidente cardiovascular y de un tiempo de profunda depresión. Sin duda “El Mesías” es fruto de una experiencia mística del músico alemán y de su resurrección espiritual: Händel compuso la obra en pocos más de 20 días, a menudo sin comer ni dormir, bajo el efecto de una divina inspiración.
Hoy los invito a escuchar una composición más cortita de Händel, una sonata para dos violines y flauta:

Seguimos con la escarola.
En nuestra huerta agroecologica parroquial al cuidado especial del P. José la escarola fue una de las reinas. La producción fue excepcional y también el tamaño.
Hace pocos días encontramos una plantita de escarola que había crecido en el hormigón de nuestro patio: tal vez una semilla curiosa, caída de las manos del sembrador o transportada por el viento, quiso experimentar otra y más compleja fecundidad. ¡Maravilla de la naturaleza! Creció la valiente escarola desde la dificultad.

Y bien entonces… Nos preguntamos:
¿Qué tienen en común Goethe, Händel y la escarola?

Imposible expresarlo con palabras. Lo mejor sin duda es contemplar en silencio. Si tuviera que decir algo lo expresaría así: la genialidad creativa que surge del dolor.

Hay un tesoro escondido en el fondo de cada experiencia de dolor y de cada dificultad. Hay una perla que espera nuestra aceptación para ver la luz.
En todos vive el poeta, el músico, la valiente escarola. En todos el artista. En todos el enamorado cantor de la vida.
El dolor nos despierta y nos pide crear e iluminar. En las experiencias dolorosas o difíciles la vida nos llama a dar un salto de calidad, a decir nuestro “si” confiado.

Aprendamos de Goethe, Händel y la escarola.
Dejémonos fecundar por el dolor: también él expresión del Amor, de la Vida Una, perfecta y plena.
Dejemos que la belleza surja y florezca.
Aprendamos a ver en un verso, en una sonada y en una frágil plata de escarola el Universo entero.

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