Estamos muy cerca de la Navidad y hoy celebramos la fiesta de la maternidad de María. El texto evangélico nos presenta el relato de la anunciación en la versión de Mateo. La versión más conocida es la de Lucas. Solo Mateo y Lucas relatan la anunciación.
Enrique Martínez Lozano subraya y nos recuerda algo importante:
“El Osiris egipcio, “el dios hecho hombre” anunciado por una estrella, nace de una virgen el 25 de diciembre. El dios frigio Attis, llamado “el Salvador”, “el Buen Pastor” y el “Hijo de Dios” nacía de una virgen, Nana, el 25 de diciembre. Del mismo modo, Dionisos nacía de la virgen Semele, en un pesebre, un 25 de diciembre. También Heracles nace de una virgen en esa misma fecha. El propio Buda nacía de la virgen Maya también el 25 de diciembre. Krishna, segunda persona de la trinidad hindú, nació de la virgen Devaki, en una cueva establo iluminada por una estrella donde las vacas lo adoraban.”
Cada cual saque sus propias conclusiones y siga, con la mayor honestidad posible, su consciencia.
Creo que es tiempo de madurar en la fe y dejarnos cuestionar por el evangelio y su mensaje; mensaje que es mucho más profundo y actual del texto exterior y literal. Si somos honestos y dejamos a un lado los prejuicios, las creencias infantiles y los miedos, el Espíritu nos guiará a desentrañar las profundidades de los textos, las metáforas, los símbolos: el evangelio brillará de una nueva luz, se nos abrirá otro nivel de comprensión y nuestra vida se transformará.
Nuestro texto nos regala muchas pistas para seguir creciendo y profundizando.
El tema de la confianza recorre todo el texto. María y José se ven desbordados por los acontecimientos. No entienden, el Misterio los sorprende y los supera.
La reacción de María y de José es muy humana, muy “nuestra”.
¿Cuántas veces hacemos la experiencia del Misterio que nos supera?
¿Cuántas veces experimentamos la incomprensibilidad de los acontecimientos?
María y José responden desde la confianza y la entrega.
“Al despertar, José hizo lo que el Ángel del Señor le había ordenado: llevó a María a su casa” (1, 24).
El “despertar” de José lo podemos leer en clave simbólica: José despierta desde la confianza en el Misterio. Y actúa. La confianza y el despertar llevan a la acción, a la acción correcta y adecuada. El despertar de José no es intelectual, sino vivencial. José, posiblemente, sigue sin comprender, pero entra en un estado de paz y confianza que lo llevan a actuar.
Estar despiertos – iluminados, resucitados – no significa que comprendamos todo. Seguimos siendo humanos: frágiles y limitados.
Estar despiertos nos abre al Misterio desde la rendición y la confianza: logramos “ver” una Presencia invisible y amorosa que todo lo sostiene. Nos entregamos y actuamos con entusiasmo y desapego, soltando la necesidad de controlarlo todo.
Desde la perspectiva cristiana es la experiencia del Espíritu que, no es casualidad, es el protagonista oculto del texto.
El Espíritu actúa en María y en José. El Espíritu actúa en el embarazo de María y en el niño. No logramos descifrar su Presencia humilde y discreta. El Espíritu actúa en sincronía con nuestra psique, nuestra historia, nuestra carne y nuestra sangre. Actúa desde dentro y desde afuera. Actúa silencioso. Habla poco y su voz es un susurro. Actúa desde y en nuestra libertad. Actúa desde y en nuestro anhelo. Actúa mezclado a nuestros sentimientos y emociones. Actúa también desde nuestro rechazo, en nuestros procesos y lentitudes.
Termino corrigiendo a Mateo y volviendo a la importancia de la honestidad.
Mateo citando a Isaías dice: “La Virgen concebirá y dará a luz un hijo a quien pondrán el nombre de Emanuel” (1, 23).
En realidad, el texto hebreo original de Isaías no dice “virgen”, sino “joven”: “la joven está embarazada y dará a luz un hijo, y lo llamará con el nombre de Emanuel” (Is 7, 14).
Isaías, obviamente, no está pensando en Jesús. Posiblemente está pensando en Ezequías, hijo del rey Acaz.
Mateo fuerza el texto para dar una interpretación cristológica.
Desde la perspectiva cristiana es legítimo interpretar cristológicamente la Escritura; lo que no es honesto es la manipulación de los textos.
Aprendamos de María y de José esta honestidad radical. Aprendamos del Espíritu esta honestidad. El Espíritu se abre camino y nos ilumina cuando somos honestos, auténticos, valientes.

No hay comentarios.:
Publicar un comentario