El texto de hoy termina así: “Somos simples servidores, no hemos hecho más que cumplir con nuestro deber” (17, 10).
En otras traducciones en lugar de “servidores” aparece “inútiles” que, en realidad, es una traducción más fiel al termino original griego… esto se confirma con el cierre de la parábola de los talentos en Mateo. El patrón que regresa del viaje dice del servidor que enterró el único talento: “Echen afuera, a las tinieblas, a este servidor inútil” (Mt 25, 30).
El texto de Mateo y la parábola de Lucas, se iluminan recíprocamente: el “inútil” de Mateo – es la misma palabra de Lucas – es “inútil”, porque no da fruto.
Es comprensible – pero no quita la manipulación del texto – que los traductores hayan querido matizar el término “inútiles”, y traducirlo con “simples” … “inútiles” ¡suena demasiado fuerte en los labios de Jesús!
Como siempre debemos ser honestos y fieles con el texto y desentrañar el sentido de la parábola, sin quedarnos con lo literal. Abrir la mente y el corazón es fundamental y el Espíritu nos guiará.
¿Adónde apunta la sorprendente frase de Jesús?
Apunta a confirmar el eje central de todo su mensaje: la gratuidad.
Una gratuidad desconcertante, extraordinaria, fecunda.
Es importante detenernos brevemente sobre el concepto de útil/inútil:
¿Qué es lo útil?
¿Qué es lo inútil?
Nuestra sociedad consumista, pragmática y centrada en la productividad, tiene un concepto de lo útil muy superficial, por no decir banal: lo útil sería simplemente lo que trae un beneficio material, palpable, medible.
Con su acostumbrada lucidez la filósofa española, Mónica Cavallé, distingue entre utilidad intrínseca y extrínseca/instrumental.
“Algo es útil de manera instrumental cuando es solo un medio para lograr un fin, cuando no posee valor en sí, sino en razón de los resultados prácticos que posibilita y a los que se subordina. [...] Lo que es instrumentalmente útil es prescindible, canjeable por algo que cumpla la misma función. Pero hay otro tipo de utilidad, que denominaremos 'no instrumental' o 'intrínseca'. Esta última es propia de aquellas cosas, actividades o estados que son en sí mismos útiles, es decir, que no obtienen su sentido, valor y utilidad del hecho de subordinarse a un fin distinto de dichas cosas, actividades o estados.”
El jugar de los niños es instrumentalmente inútil, es decir que no persigue ningún objetivo: juegan por jugar. Pero es intrínsecamente útil: es un valor en sí mismo y, hoy sabemos, esencial para el aprendizaje, la regulación emocional y la interacción.
Tomar mate juntos es “inútil” … pero encierra la máxima utilidad… ¿se entiende?
Caminar descalzo por la playa, es “inútil”.
Sentarse a escuchar la sexta sinfonía de Beethoven, es “inútil”.
Leer poesía, es “inútil”.
Paul Auster lo explica así: “El arte no va a transformar de inmediato la sociedad. Ni va a evitar que los niños sufran hambre, en ese sentido es inútil. El arte sirve otra función, de tipo espiritual. Abre las mentes y corazones de las personas a las vastas posibilidades de la vida humana. Si no tenemos arte, moriremos espiritualmente.”
Podemos así hacer la ecuación: lo gratuidad es lo más útil, aunque no consiga nada. La gratuidad es un valor intrínseco, es expresión de lo que somos, de nuestra profunda identidad… ¡y expresión de lo que Dios es!
Dicho de forma tajante y provocadora: el amor, siendo lo más “inútil”, es lo más útil e imprescindible.
Angelo Silesio, por ejemplo, lo expresa así: “la rosa no tiene porqué, florece porque florece.”
Comprendemos entonces la sentencia de Jesús: “Somos servidores inútiles, no hemos hecho más que cumplir con nuestro deber”.
No es en absoluto un desprecio a nuestra humanidad y dignidad: ¡todo el ministerio de Jesús va justamente por el lado contrario!
Jesús y el evangelio nos están invitando a la acción desapegada y desapropiada: en el fondo a salir del “yo”, de la identificación con el “yo”. Es la invitación de toda la mística de todos los tiempos; es la invitación de cada espiritualidad bien entendida.
El sufrimiento que nos generamos y les generamos a los demás, siempre tiene su origen en la apropiación del “yo”: “yo hice esto”, “esto es mío”.
Jesús nos dice: la raíz de la vida es la gratuidad. Eres un cauce de la Vida, no su dueño o su controlador. La Vida no se controla y adueñarse de la vida y de lo que hacemos, solo procura angustia y malestar. Deja que la Vida te viva. Recibe todo como un don y deja que la luz pase por ti. Déjate atravesar por la Vida.
“Déjate atravesar por la Vida”: acá se encierra, según mi parecer, mi experiencia y mi visión, el gran mensaje de hoy.
¿Cuándo somos verdaderamente “felices” y nos sentimos plenos y realizados?
No hay comentarios.:
Publicar un comentario