“Solo la admiración capta alguna cosa”
(Gregorio de Nisa)
El 3 de diciembre de 2015 escribí algo
en nuestro blog sobre esta frase tan linda de San Gregorio de Nisa (335-394).
Hoy me reencontré con esa frasecita y me
enamoró otra vez. Estoy escribiendo un pequeño librito sobre la importancia de
la calma y en mis apuntes varios apareció, fresca
y como nueva, la acotación de San Gregorio.
Puede ser una buena invitación al
comenzar el año.
Aprender a admirar y admirarse. No
es tan automático como parece.
Hay que ejercitar la admiración. Admirar
no es solo para las grandes cosas y ocasiones, sino que es ejercicio cotidiano
y constante.
A menudo nos tomamos la vida con tanta superficialidad
y apuro que perdemos la capacidad de admiración.
La Vida es Misterio y para captar algo
de este Misterio tenemos que desarrollar la capacidad de admiración.
Nuestra relación con el Misterio es sumamente y demasiado
racional.
Especialmente lo podemos ver al
relacionarnos con los seres humanos, expresión excelsa y única del Misterio.
Nuestra relaciones están infectadas de
juicios, opiniones, ideologías, heridas emocionales no reconocidas. Muchas
veces también nuestra relaciones son utilitaristas: buscamos sacar provecho del
otro, consciente o inconscientemente.
Perdemos así lo mejor. No nos percatamos
de lo mejor del otro.
En el fondo no sabemos nada del otro,
nada profundo: ¿Cómo podemos juzgarlo?
¿Cómo etiquetarlo? ¿Cómo excluirlo?
Aprender a admirar nos revelará joyas
escondidas: en las personas y en las cosas.
¿Cómo desarrollar la admiración?
Sugiero dos simples pasos:
·
Suspender el juicio y la racionalidad.
La persona y las cosas son mucho más de
lo que “pensamos” sobre ellas. El pensamiento es siempre limitado, parcial y
condicionado por nuestra emociones. La racionalidad también es una dimensión del conocimiento. Una
dimensión parcial y que deja afuera lo más profundo. A lo profundo se llega por
la escucha y en silencio, no por la razón.
·
Detenerse y observar.
Lo real y lo profundo se revelan a quien
sabe detenerse y observar. Detenerse y observar activan la capacidad humana
innata de intuición. Se va abriendo
otra manera de ver. Vemos lo que la
razón no puede ver. Vemos “desde adentro” y “adentro”. Entonces algo se capta.
Surge la admiración: captamos instantes de verdad, de belleza, de bondad. En
todos, en todo y cada acontecimiento.
Descubrimos que todos somos dignos de
admiración. Y que solo la admiración capta lo verdadero y auténtico.
En el fondo hasta que no admiremos una
persona, una cosa o una situación no la conoceremos: simplemente nos
relacionaremos a partir de nuestros pensamientos, opiniones, juicios.
Captar chispas de Misterio es cuestión de
admiración.
Qué este 2019 sea todo admirativo: ¡buen
camino!
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