sábado, 1 de marzo de 2025

Lucas 6, 39-45

 


 

El texto de hoy nos revela la gran inteligencia, finura psicológica y sabiduría del maestro Jesús: “¿Por qué miras la paja que hay en el ojo de tu hermano y no ves la viga que está en el tuyo?” (6, 41).

 

Siglos antes del desarrollo de las ciencias psicológicas, Jesús ya conocía el tema de la “sombra”, a demostración que una verdadera espiritualidad asume, ordena y armoniza toda la persona, más allá de sus conocimientos intelectuales.

 

Un trabajo espiritual – honesto y profundo – nos hará crecer en todos los aspectos de la vida.

¡Cuánta sabiduría hay en muchas abuelas y abuelos con poca o ninguna formación escolar o académica!

¡Cuánta sabiduría en lo sencillo y lo cotidiano!

 

Todo esto sin desmerecer, obviamente, la importancia y los avances de la psicología; es importante, según la vocación y el camino de cada uno, estudiar y profundizar también en los aspectos psicológicos de nuestro ser: un “yo psicológico” sano, accederá más rápida y fácilmente al terreno espiritual y a la experiencia mística.

 

“¿Por qué miras la paja que hay en el ojo de tu hermano y no ves la viga que está en el tuyo?”: este mecanismo, casi siempre inconsciente, fue investigado con enorme profundidad y acierto por el genial psiquiatra suizo Carl Gustav Jung (1875-1961).

 

Es el mecanismo de la sombra y la proyección: lo que no acepto y rechazo en mí – la “sombra”, mi oscuridad –, lo proyecto inconscientemente en el otro… por eso, lo que me molesta en el otro, es un reflejo de mi sombra, no reconocida. El otro se convierte en un “espejo” que me muestra mis zonas oscuras y mis fragilidades.

 

La clave entonces, se comprende fácilmente, consiste en “hacer consciente” nuestra sombra, en asumir nuestras zonas oscuras, nuestras heridas, nuestras fragilidades. Solo así dejaremos de proyectar en los demás, lo que no nos gusta de nosotros, y solo así la sombra se abrirá camino hacia la luz y sanaremos muchas relaciones.

 

Los poetas, seres solitarios y buscadores de profundidad, se dieron y se dan cuenta de lo fundamental de este trabajo sobre uno mismo.

 

Les comparto dos maravillosos testimonios, que nos pueden ayudar en nuestro camino de sanación y de iluminación de nuestra sombra.

 

Rainer María Rilke:

 

Tal vez los dragones de nuestra vida no sean sino princesas que únicamente aspiren a vernos de nuevo en todo nuestro esplendor. Quizás lo que más nos aterre no sea, después de todo, sino el grito desesperado de una faceta impotente que implora nuestra ayuda.”

 

Rilke nos sugiere que nuestra sombra no es un enemigo, sino que está ahí como una bendición. Tus heridas y tus fragilidades son el camino hacia la luz; no tenemos que huir o rechazar, sino aceptar, asumir, bendecir y transformar.

 

 

Emily Dickinson:

Uno no tiene que estar encerrado en una habitación para sentirse atrapado.

En el cerebro existen laberintos que no son materiales y es mucho más seguro

luchar con un fantasma entrevisto a medianoche que mirar cara a cara a ese extraño oculto en nuestro interior.

Es mucho más fácil escapar aterrado de las ruinas de una lóbrega abadía que enfrentarse a uno mismo en plena soledad.

Sería menor el pánico si un asesino oculto en nuestra casa nos obligara a escondernos dentro de nosotros mismos, cuando nuestro cuerpo empuña un revólver y dispara hacia la puerta apuntando a una sombra apenas atisbada.

 

Emily nos avisa de lo difícil que es enfrentarse con nosotros mismos y con nuestra sombra: es un acto de valentía absoluta, digno del “guerrero de la luz” de Paulo Coelho.

 

La raíz de mí mismo es la raíz de todos, el fondo del ser es común; enfrentarnos con nuestra sombra es también enfrentarnos con la sombra colectiva de la humanidad: por eso, con frecuencia, aparece el terror. Pero no hay otro camino hacia la sanación y la luz.

El trabajo con la sombra es exigente.

Según los psicólogos Connie Zweig y Steve Wolf es un trabajo que:

 

Exige dejar de culpabilizar a los demás.

Exige asumir nuestra responsabilidad.

Exige ir paso a paso.

Exige profundizar nuestra conciencia.

Exige abrir nuestro corazón.

Exige renunciar a nuestros ideales de perfección.

Exige aprender a vivir en el misterio.

 

Este trabajo nos llevará a comprender en profundidad las palabras que cierran el texto evangélico de hoy:

El hombre bueno saca el bien del tesoro de bondad que tiene en su corazón” (6, 45).

Tu corazón es un tesoro de bondad: tu sombra está ahí para llevarte de la mano a descubrirlo.

 

 

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