Celebramos la fiesta de la ascensión de
Jesús al cielo. Es la fiesta de la Presencia. Los relatos de la ascensión son
obviamente simbólicos y así hay que leerlos para captar toda su belleza,
profundidad y su mensaje actual para nosotros hoy.
En el texto de hoy las palabras de Jesús
que hablan del bautismo, son las palabras de la comunidad de Mateo. La formula
trinitaria era desconocida por Jesús y sin duda Mateo transmitió la práctica
del bautismo que se empezaba a vivir en las primeras comunidades cristianas.
La última y famosa frase, en cambio,
tiene buenas probabilidades de pertenecer a Jesús mismo: “yo estoy con ustedes hasta el fin del mundo”.
¿Cuál
es el hermoso mensaje que se esconde detrás del relato de la ascensión?
El Misterio de la Presencia y de la
unidad.
Cielo y tierra ya no están separados, ya
no son dos mundos distantes e irreconciliables.
La Presencia de Dios todo lo llena.
En la cosmovisión judía la tierra era el
lugar de los hombres, el cielo el lugar de Dios y el inframundo el lugar de los
demonios y los muertos.
Jesús mismo es hijo de esta cultura y
tradición y por eso cuando enseña a rezar a sus discípulos dice: “Padre nuestro que estás en el cielo….”.
Desde la encarnación y el evento
pascual, se nos abrió otro y más profundo camino de comprensión. Comprensión
que lleva a otra cosmovisión: vemos el mundo y la realidad desde otra
perspectiva.
Es la visión mística y contemplativa que
se abrió paso desde los primeros siglos del cristianismo en casi todos los
padres de la iglesia, los monjes, los primeros teólogos. Visión que se fue
perdiendo cuando el cristianismo se asoció al poder y al imperio a partir del
siglo IV. A lo largo de la historia, hasta llegar a nuestros días, esta
experiencia y visión se mantuvo en ocasiones y personas puntuales que fueron
como los faros y los iconos de esta experiencia. Unos pocos nombres: San
Benito, Isaac de Nínive, Simeón el Nuevo Teólogo, Nicolás Cabasilas, Hildegarda
de Bingen, Juliana de Norwich, Francisco de Asís, Maestro Eckhart, Teresa de Ávila,
Juan de la Cruz, Thomas Merton, John Main.
Hoy en día esta experiencia que se
transforma en visión está emergiendo como conciencia planetaria. Ya nos es
experiencia individual o puntual, sino un signo de los tiempos, una etapa
decisiva en la evolución de la
conciencia humana.
Esta cosmovisión se manifiesta no solo
en las religiones y la espiritualidad, sino en todos o casi todos los campos
del saber y de las actividades humanas: ciencia, política, arte, economía.
El fuerte sentido ecológico es uno de
los ejes de esta cosmovisión.
La resistencia de lo viejo y del ego –
individual y colectivo – es todavía muy fuerte. Podemos leer todos los
sufrimientos y las dificultades de la humanidad del último siglo como el
desesperado intento del ego de no perder el control.
Pero lo perderá, sin duda.
Podemos acelerar este proceso evolutivo
aportando conciencia, sabiduría, visión.
Cada centímetro que le ganamos al ego a
nivel individual, aporta a la conciencia colectiva y al despertar colectivo.
La fiesta de la ascensión nos
proporciona las dos claves esenciales para crecer en esta conciencia y visión:
Presencia y Unidad.
El Misterio nos atraviesa con su
Presencia y todo está surgiendo – instante tras instante – de las profundidades
de la Vida Una y del Amor Uno.
Entrenarse en esta visión es lo mejor
que podamos hacer, para cada uno individualmente, para la humanidad entera y el
Universo.
Quiero terminar con un trocito de uno de
los textos místicos más antiguos de la humanidad, las upanishad, texto sagrado
del hinduismo, escrito entre 800 y 400 años antes de Cristo.
“No existe ningún otro
vidente, excepto él, ningún otro oyente que no sea él, ningún otro observador
excepto él, ningún otro conocedor, excepto él, este Ser, el gobernante
interior, el inmortal.”
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