“Sólo Dios es bueno”: Jesús nos sorprende con esta afirmación tan fuerte y contundente.
¿Solo Dios es bueno? ¿Qué quiere decirnos Jesús?
¿Quién no tiene experiencia de encontrarse con gente buena?
Yo, bendito sea Dios, estoy rodeado de bondad y de gente buena … y con frecuencia me asombro y me conmuevo.
El texto de hoy, muy conocido, nos relata el encuentro de un hombre rico que manifiesta a Jesús su deseo de seguirle y la consiguiente frustración del deseo, por el apego a su riqueza.
El hombre se dirige a Jesús como “maestro bueno” y es ahí, donde Jesús rechaza el cumplido: “¿Por qué me llamas bueno? Sólo Dios es bueno” (10, 18).
Podemos ahondar en el tema, desde dos niveles de profundidad.
En un primer nivel la respuesta de Jesús, “solo Dios es bueno”, va en la línea de la raíz o de la fuente. La raíz de toda bondad está en Dios. Toda bondad encuentra en Dios su origen y su manantial. Dios, Bondad Absoluta, nos hace participar de su bondad y nos regala la posibilidad de manifestar esta bondad en nuestra existencia. Podemos ver en todo esto la acción del Espíritu, como afirmará San Pablo en la carta a los gálatas: “el fruto del Espíritu es: amor, alegría y paz, magnanimidad, afabilidad, bondad y confianza, mansedumbre y temperancia.” (5, 22-23).
Estamos entonces invitados a redescubrir nuestra raíz y volver siempre a la fuente. Como nos invita el poeta Rilke: “Dios se encuentra en las raíces.”
En un nivel de profundidad mayor, entramos en la pura mística y la pura consciencia. Entramos en el “Ein od milvadó” de la cabala hebrea: “no hay nada afuera de Él”.
Encontramos esta expresión en el libro del Deuteronomio: “A ti se te hicieron ver todas estas cosas, para que sepas que el Señor es Dios, y que no hay nada afuera de él” (4, 35).
En su sentido más profundo la expresión “Ein od milvadó” no quiere decir que “no hay otros dioses” afuera del verdadero Dios, sino es la expresión más radical, bella y profunda del monoteísmo: solo hay Dios, el Uno y Único. Solo hay Dios que se revela y manifiesta en infinitas formas. La consecuencia lógica y natural es que cae el sentido de separación y de fragmentación: no hay nada separado de nada, todo está interconectado en este Uno radical y todo lo que existe se sostiene desde Él, en Él, por Él.
La expresión de Jesús “solo Dios es bueno” revela entonces su consciencia mística que veremos reflejada en el “Yo Soy” del evangelio de Juan: “Los judíos le dijeron: «Todavía no tienes cincuenta años ¿y has visto a Abraham?». Jesús respondió: «Les aseguro que desde antes que naciera Abraham, Yo Soy» (8, 57-58).
Cuando Jesús nos dice que “solo Dios es bueno” y cuando dice “Yo Soy”, debemos entender que no está hablando el individuo concreto e histórico de Jesús de Nazaret, sino está hablando – para usar una terminología cristiana – el logos eterno. Está hablando la Consciencia Única y Universal, el Espíritu Creador. Está hablando lo Uno y Único, a través de los labios del maestro de Nazaret.
Es la experiencia cumbre de toda mística, experiencia que recorre los mundos, la historia, las épocas y las culturas. Es la experiencia más bella y estremecedora que un ser humano pueda vivir.
Los testimonios son innumerables.
Les comparto tres: un testimonio judío, uno musulmán y uno cristiano.
Menajem Mendel de Kotzk (1787-1859):
“Aquel que no ve a Dios en todo lugar, no lo ve en ningún lugar.”
Rumi (1207-1273):
“No tengo cuerpo ni alma, pues pertenezco al alma del Amado.
He desechado la dualidad, he visto que los dos mundos son uno;
Uno busco, Uno conozco, Uno veo, Uno llamo.”
Juan de la Cruz (1542-1591):
“Míos son los cielos y mía la tierra; mías son las gentes, los justos son míos y míos los pecadores; los ángeles son míos, y la Madre de Dios y todas las cosas son mías; y el mismo Dios es mío y para mí, porque Cristo es mío y todo para mí. Pues, ¿qué pides y buscas, alma mía? Tuyo es todo esto, y todo es para ti... Sal fuera y gloríate en tu gloria, escóndete en ella y goza, y alcanzarás las peticiones de tu corazón.”
También nosotros estamos llamados a vivir esta experiencia transformadora. Es lo que somos, es lo que eres: uno en lo Uno. El camino es el camino del silencio, del desapego y de trascender al “yo” individual. Es el camino de la plenitud y de la belleza.
Como afirma el poeta libanés, Kahil Gibran:
“Toda la Creación existe en ti y todo lo que hay en ti existe también en la Creación. No ha divisoria entre tú y un objeto que esté muy cerca de ti, como tampoco hay distancia entre tú y los objetos lejanos. Todas las cosas, las más pequeñas y las más grandes, las más bajas y las más altas, están en ti y son de tu misma condición. Un solo átomo contiene todos los elementos de la Tierra. Un solo movimiento del espíritu contiene todas las leyes de la vida. En una sola gota de agua se encuentra el secreto del inmenso océano. Una sola manifestación de ti contiene todas las manifestaciones de la vida.”
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