jueves, 24 de octubre de 2019

Una pausa




El viento sopla donde quiere: 
tú oyes su voz, 
pero no sabes de dónde viene ni adónde va. 
Lo mismo sucede 
con todo el que ha nacido del Espíritu” (Jn 3, 8).

Este versículo del evangelio de Juan me está acompañando muy fuertemente desde hace un buen tiempo.

Dejarse conducir por el Espíritu es la experiencia más importante y más hermosa de la vida. El Espíritu es el Amor que vive en nuestra intimidad más íntima y que nos constituye como personas y como expresión única y original de lo divino.

La conexión con el Espíritu se da plenamente desde el Silencio interior.
Por eso estoy convencido que la experiencia del Silencio es la clave para una vida plena conducida por el Espíritu.

Este mismo Espíritu me lleva al Silencio y a una pausa en mi camino.
Concretamente: el 27 de diciembre saldré para Europa y regresaré al Uruguay el 28 de abril.
El mes de enero lo transcurriré en un Monasterio cerca de Poitiers, una ciudad de Francia a 350 km al sur oeste de París y febrero en un centro de espiritualidad en Manresa, cerca de Barcelona, España.
Marzo y abril serán, en cambio, meses de vacaciones y descanso junto a mi familia en Milán, Italia. Podré así acompañar a mis padres en sus bodas de oro, el 4 de abril.

¿Por qué el Espíritu me conduce por este camino?
Después de 25 años de consagración oblata y de 20 años de sacerdocio siento necesaria una pausa y un descanso.
¿Para qué?
No lo sé exactamente y no me preocupa. Será lo que tiene que ser, sin duda. Confío y estoy abierto al Espíritu.
Lo que tengo claro es que mi vida de consagrado y sacerdote tiene un doble eje: el silencio y la cercanía a la gente.
Sé que mi existir va en este sentido: compartir el don de la meditación y el silencio.
Estoy profundamente agradecido, con todo y con todos. También con aquellos que no comparten mi camino y mi visión.
Gracias a cada cual por el camino recorrido juntos. Gracias a cada cual por su amistad y afecto.

Sin duda serán 4 meses intensos. Sin duda extrañare a mi querido Uruguay, a la gente, al cariño de los niños y sus sonrisas, a mis recorridas por las rutas uruguayas, a tantas familias de las cuales me siento parte, a muchísimas y maravillosas amistades.
Lo expreso con certeza: cada cual es único y especial. Es el milagro del Amor, tremendamente universal e íntimo a la vez.
Confío en su oración y cercanía. Nos encontramos y encontraremos en el silencio del corazón, donde espacio y tiempo se disuelven.
Gracias. Paz. En el único Amor.



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