sábado, 25 de enero de 2020

Mateo 4, 12-17





El texto de hoy viene a continuación del relato de las tentaciones de Jesús (Mt 4, 1-11).
Jesús, superadas las tentaciones, empieza su vida publica y su anuncio del Reino de Dios.
Mateo, como es su costumbre, quiere subrayar que Jesús es el Mesías esperado, que cumple con las profecías del Antiguo Testamento.
Por eso que cita al profeta Isaías: “El pueblo que caminaba en las tinieblas ha visto una gran luz; sobre los que habitaban en el país de la oscuridad ha brillado una luz” (Is 9, 1).
Mateo sugiere que Jesús es la luz y que su misión y predicación iluminarán la oscuridad.

Luz y oscuridad son, tal vez, los símbolos más usados en la vida espiritual.
Nuestras existencias personales oscilan entre luz y oscuridad, luces y sombras. Así también podemos leer el camino de los pueblos y las naciones.
También podemos interpretar de esta manera el camino de la humanidad en general: un proceso donde luz y oscuridad conviven, como el trigo con la cizaña (Mt 13, 24-30).
Luz y oscuridad son una de las parejas de opuestos que constituyen nuestra experiencia dual, así como: vida/muerte, bien/mal, bello/feo, tiempo/eternidad.
¿Habrá una manera para “escapar” de la dualidad que nos atrapa y vivir en plena luz?
Es la pregunta fundamental.
La respuesta, lo pueden imaginar, es si.
Pero no es tan sencillo – y tal vez imposible – comprenderlo a nivel mental. Por una razón muy simple: la mente misma es dual.
¿Cómo salir de la dualidad desde la dualidad?
Imposible. En el fondo es lo mismo que decía Albert Einstein: Ningún problema puede ser resuelto en el mismo nivel de conciencia en el que se creó
Me parece algo obvio. Tan obvio que todavía a la humanidad cuesta verlo y asumirlo.
Se intentan resolver conflictos y arreglar las cosas desde la mente. Por eso no funciona – o funciona por breve tiempo o superficialmente – y se regresa al conflicto, la incomprensión y la violencia en muchos casos.
A nivel macro, solo unos ejemplos: el mercosur, la unión europea, el dialogo en medio oriente, el dialogo ecumenico entre cristianos y entre distintas religiones.
Hasta que quedamos atrapados en el mundo dual no hay forma de salir definitivamente del conflicto, interno y externo. Seguiremos zarandeados entre luces y sombras y culpando al exterior de la sombra y, en muchos casos, maldiciendo la misma sombra.

El único camino es trascender la mente e instalarse en el Reino del Espíritu.
Reino del Espíritu que es el Reino de los cielos o el Reino de Dios que Jesús anuncia y vive en primera persona. El Reino del Espíritu que es nuestra identidad no dual, nuestra Casa, nuestra esencia.
Más allá de la mente se abren las anchas praderas del Amor y del Ser.

¿Cómo trascender la mente?
Observandola y silenciandola. Cuando observamos la mente tomamos distancias y nos damos cuenta que no somos ella: ¡la podemos observar! Somos mucho más que nuestra mente (pensamientos, sentimientos, emociones).
El silencio es la puerta de entrada a lo UNO: salimos de la dualidad, nos instalamos en el Ser y permitimos que el Amor que somos se exprese dualmente.
Es esencial comprender eso: la experiencia concreta y dual de la vida – luces y sombras – es expresión de nuestra identidad no-dual, Luz.
Volviendo a nuestro simbolo: somos LUZ, que se expresa y manifiesta de manera dual, luces y sombras.
Lo invisible (lo no-manifestado) es lo Uno que somos y lo visible (lo manifiesto) la expresión dual de Eso que somos.
Cuando, a través de la observación y del silencio, nos instalamos en la Luz que somos podremos vivir las manifestaciones concretas de nuestra esencia – luces y sombras – desde una profunda paz y alegría.
Es la maravilla que Jesús vino a revelarnos. El Misterio que llamamos “Dios” es nuestra propia esencia, la Vida de nuestra vida. Ese Amor y esa Vida se revelan, manifiestan y expresan en todo lo que vemos, adentro y afuera de nosotros.
Es la infinita riqueza del Amor que desborda continuamente de sí mismo: expresandose, creandose y reinventandose en cada momento.
A este punto: ¿Qué problema hay si la Luz se manifiesta como sombra?



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