sábado, 13 de abril de 2019

Prestar atención






Con el “Domingo de ramos” empieza la Semana Santa. Para muchos será una semana normal, para otros de descanso o de vacaciones. Para los cristianos será – o puede ser – una semana de espiritualidad más intensa, de renovación, de un encuentro más sentido con el Cristo viviente.

¿Cómo vivirla para que sea verdaderamente así?
¿Cómo hacer para escapar del peligro de una superficial rutina liturgica?

Les propongo un texto fascinante y sugerente de Nadia Boulanger.

Nadia Boulanger (Paris 1887-1979) fue pianista, directora de orquesta, mentora de Stravinski y maestra, durante sus casi setenta años de carrera.

Creo que prestar atención, manifestar interés por lo que nos rodea permite percibir lo que debe ser. Se trata de una forma de visión que poseen los grandes místicos: en determinados días se les concedió prestar auténtica atención. A menudo pienso en Teresa de Ávila, que hablaba de los «días de oraciones secas» en los que rezaba una y otra vez – nunca dejó de rezar, como gran santa y gran espíritu que era – ¡en vano! Hasta que llegaba un día en que oía. En arte llamamos a eso inspiración. Es el momento en que una persona logra captar su pensamiento profundo, el momento en que se nos revela la verdad, en que se experimenta una comunión.
Si yo sé prestarle atención, me asombrará usted una y otra vez. En cambio, si me acostumbro a verle, sin advertir que la luz cambia constantemente, se convertirá usted en un mueble al que ni siquiera presto atención, y seré yo la que saldrá perdiendo. Que esté usted aquí, que sea quien es, me parece un profundo misterio. Y si no es un profundo misterio, me estorba usted, pues no tengo ganas de verle para nada.

Presta atención lo cambia todo. Por eso los místicos insisten que la atención es la virtud espiritual por excelencia. La atención alimenta y despierta la contemplación. La atención nos enseña a ver lo que ordinariamente no vemos.
Estar atentos es el arte del amor y de la visión. El arte de ser y del Ser. Para estar atentos y ver es necesario detenerse, enlentecer los ritmos, descansar, parar.
La atención requiere un espacio y un tiempo de calidad.

Esta Semana Santa puede ser una hermosa oportunidad para crecer en la atención.

Podemos dedicar unas horas de nuestros días a un ejercicio de atención: estar atento a una flor, a una planta, a un sentimiento, a un pensamiento. Esta atención, libre de interés, nos conducirá al asombro y al ser.

Podemos también dedicar una atención especial y concreta a alguna persona: dedicarle todo el tiempo que necesita o que nos pide. Estar atentos es estar completamente y plenamente ahí, con todo nuestro ser.

Por último podemos vivir las celebraciones de Semana Santa con plena atención.
A menudo nuestra participación a la Misa y a las celebraciones en general es muy distraída y mecánica. Lo ritual tampoco ayuda.
Podemos proponernos vivir las celebraciones pascuales de una manera nueva: atentos a los detalles, los gestos, las palabras, los aromas, los sonidos. Sin duda sería mejor participar de una celebración con plena atención que a muchas y distraídos.
La atención entrenada y sostenida, paciente y perseverante nos llevará a la inspiración, al ser, al oír, al ver. Despertará lo profundo que duerme en nuestro interior.
Despertaremos por fin del sueño dual y de la separación: nos descubriremos amados, amantes y amor. Uno en el Amor.
Descubriremos el hilo de oro que late silencioso donde están las raíces. Y el Ser nos respirará.












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