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viernes, 9 de diciembre de 2016

La sombra del tilo



Había dejado las dos tazas de café arriba del lavarropa y se había sentado. Una de las tazas estaba todavía humeante y esparcía por la casa el clásico aroma. Sentía cierta soledad. Hacía mucho no experimentaba tan intenso este sentimiento muy típico de los seres humanos. En su juventud había estado investigando sobre la soledad y, de cierta manera, se habían hecho amigas. Había descubierto el lado hermoso de la soledad.
-     Un lado siempre verde que huele a paz” se repetía de vez en cuando.
Ahora era algo distinto. Más real y verdadero: la soledad presentaba su lado gris. Hace poco había muerto su amante. Amante, se entienda bien, porque había sido el manantial de su experiencia del amor. Para la sociedad era su esposo, para ella su amante. Laura siempre había sido algo rebelde y absolutamente auténtica. Le encantaba devolver a las palabras su sentido original, puro, sin la interpretaciones que un corazón torcido logra hacer.
Hace poco se había ido, como fruta madura que se desprende sin dolor de la planta. Una vida durmiendo juntos. La misma cama y la misma ventana por donde se vislumbraba no muy lejos un enorme tilo.
La soledad había vuelto con fuerza a presentarse. De madrugada se despertaba y a tientas buscaba la mano del amante. Mano que no encontraba por supuesto.
De vez en cuando, cuando las lagrimas no paraban, se levantaba y desde la ventana miraba al tilo. Le atraía mucho el tilo y no sabía bien por qué. Era un tilo viejo y frondoso.
Se sentaban a menudo a su sombra en las calurosas tardes de verano. No había sombra tan hermosa como la del tilo. Una sombra que invitaba a abrir el corazón e ir a la raíz de las cosas. A su sombra habían decidido los nombres de sus hijos, el cambio de trabajo de él y hasta el color de la pintura para su casa. A su sombra habían conversado sobre los temas que todos sabemos importantes y de los cuales muchos huyen: la muerte, el dolor, Dios, el amor.
A su sombra también se habían besado, obviamente.
Refrescaba mucho la sombra del tilo y el aroma inconfundible de sus flores transmitía mucha paz.
Laura y el tilo se volvieron aún más amigos. Casi amantes diría. Las charlas nocturnas se volvieron profundas y llenas de vida. Se podría decir, sin miedo a equivocarse, que el enorme tilo sentía la soledad de Laura. El cariñoso amparo de la sombra se convertía por las noches en un manto oscuro y tierno a la vez. Laura se preguntaba si la oscuridad de la noche no sería una extensión de la sombra.
- “De extensiones se vive” pensó. “¿No será todo una extensión de Dios?” se preguntaba estremecida.

Hasta que volvió, aquella tarde de verano, a sentarse a su sombra. Se puso un vestido lila que le gustaba mucho. Se peinó detenidamente.
Fueron unas horas, unas simples horas. Unas eternas horas. Estaba sola bajo el tilo. Los hijos y los nietos no estaban. Fue ella, en realidad, que los había invitado a ir al campo a disfrutar de la tarde.
-     Andan por ahí” se dijo sonriendo. No dudó ni un instante de la respuesta del tilo a su picara sonrisa.
Estaba en paz. No había desaparecido la soledad, se había transformado. Era una soledad habitada, repleta, fecunda. Estaba el tilo, estaba su sombra.
Se acordó de repente de lo que le decía su esposo:
- “Cada cual tiene que encontrar su sombra”. Nunca lo había entendido cabalmente hasta ahora.
Se acomodó como pudo en la vieja silla de madera. Respiró tranquila el delicado aroma de su nuevo amante.
Un relámpago de profundo silencio sobrevino de repente. No lograba distinguir más entre ella, su viejo amante y el nuevo, Dios, el tilo, la sombra. Todo parecía perfecto y en orden. Cada cosa en su lugar.
Se preguntó dulcemente:
-     ¿No será esta hermosa sombra un reflejo del Amor que todo abraza?
Miró hacia arriba. Los ojos húmedos y agradecidos.
Cerró los ojos cansados y la sombra del tilo la abrazó por ultima vez.



miércoles, 6 de abril de 2016

Cenit

"Por muy rápido que corras
tu sombra no solo te sigue siempre
sino que, a veces, ¡Se te adelanta!
Solo el pleno sol sobre la vertical
te reduce la sombra.
¡Pero esa sombra también
te hace un servicio!
Lo que te duele, te bendice.
La oscuridad es tu candela.
Tus límites son tu búsqueda.
Podría explicar todo esto, pero se rompería
el cristal que cubre tu corazón
y eso no hay forma de arreglarlo.
Tienes que tener
tanto una sombra
como una fuente de luz.
Escucha y reposa tu cabeza
bajo el árbol
del sobrecogimiento.
Cuando, desde ese árbol,
te empiecen a brotar
plumas y alas
quédate más callado
que una paloma…
Ahí, en el aliento silencioso
es donde vive el alma."


Rumi





Seguimos reflexionando sobre la luz y la sombra a partir de un hermoso poema de Rumi. 
El poema habla por sí solo y no necesita comentario. Los invito a leerlo muy pausadamente y a saborear cada frase y cada palabra.

Les comparto brevemente unas lucecitas:

La sombra reconocida y amada se transforma en bendición: ¡reconoce y ama lo que te duele! ¡Reconoce y ama tus heridas!

El pleno sol reduce la sombra: el cenit es el punto más vertical del sol donde la sombra es mínima o nula. Es el punto central de tu vida, desde donde vivir. ¿Encontraste el cenit? 

Todo esto no se puede y no se debe explicar: no busques explicaciones racionales. Simplemente bebes de la luz. Deja que la luz sea. Y calla.

El árbol del recogimiento es tu celda más interior, tu lugar más intimo, donde ya no estás tu, sino solo Dios. Descubrirás tu verdadero yo: Dios.

En ese lugar sin lugar solo hay luz. Desde ahí podrás volar, vivir en libertad y aprenderás a manejar con sabiduría y paz el juego de amor de luces y sombras.



martes, 5 de abril de 2016

Se expande la luz

"Cuanto más se expande la luz, más pone de manifiesto nuestras zonas de sombra"

Khaled Bentounès






Uno de los signos de que estamos caminando y creciendo en el camino espiritual es la capacidad de ver y asumir nuestras sombras y las de los demás.
Se afina nuestra visión. Nuestro ver se hace penetrante y lucido.
Todos los maestros espirituales siempre han sabido que el ser humano es una maravillosa mezcla de luz y sombra y que el intento de arrancar la sombra está destinado al fracaso.
En los tiempos modernos la psicología lo confirmó claramente, especialmente con el aporte de Carl Gustav Jung.
Las sombras hacen parte de la creación y del juego de amor de los opuestos en el cual la realidad se manifiesta: noche y día, alegría y dolor, frío y calor, tristeza y alegría, etcétera....
Parece que Dios quiso elegir esta manera para expresarse hacia afuera, en la creación y como creación.
Intentar evitar uno de los opuestos es ir en contra de las leyes del Universo, que podemos resumir en la ley del amor.
No tenemos que evitar, sino reconocer y trascender. Este es el camino espiritual.
En nuestro caso especifico de hoy significa reconocer, aceptar y trascender nuestras sombras: limites, heridas, pecados.
Es interesante que cuanto más nos dejamos transfigurar por la luz más logramos ver nuestras sombras. Es lo que todos los santos experimentaron y expresaron: en su avanzar por la santidad se sentían cada vez más pecadores.

Cuanta más luz más sombra parecería. En realidad el camino llevará a comprender y experimentar que hay un lugar sin lugar, más allá de luz y sombra, el lugar de nuestra identidad más profunda, donde se origina toda luz y toda sombra. 
Mientras peregrinamos hacia ese lugar el camino pasa por crecer en la luz para abarcar cuantas más sombras en nosotros y los demás: sombras reconocidas y amadas. 
Es el camino de la humildad, de la paz, del amor.

miércoles, 29 de julio de 2015

Danza del amor

"Ambos: luz y sombra, son la danza del amor"

Rumi



Vuelve el tema de la danza: también el místico sufí Rumi usa a menudo esta imagen para expresar el misterio de la Vida, el misterio de Dios.
La danza del amor se da en el juego de ambos polos: luz y sombra. Luz y sombra son imágenes de los polos opuestos que conforman la realidad y nuestra vida concreta. Podríamos hablar también de: placer y dolor, tristeza y alegría, bien y mal, noche y día...
Acostumbrados a elegir y juzgar antes de tiempo nos perdemos la danza del amor: juzgamos que la sombra es negativa y la rechazamos: la danza se corta. Juzgamos que algo no es bueno para nosotros y lo excluimos: la danza se corta.
No existe luz sin sombra ni sombra sin luz. Existe el lugar donde surgen luz y sombra a cada instante y donde mueren a cada instante...ahí hay que vivir para danzar.
En realidad hay un nivel más hondo de conciencia donde los opuestos conviven y expresan la Realidad Unica: el Amor. No es algo que puedas entender con tu mente, porque la mente solo puede funcionar y conocer separando y excluyendo: o luz o sombra. La mente no logra verlos juntos. 
Más allá de la mente se juega el partido. Empezas a aceptar todo con alegría, como expresión de la única danza del amor... confía, ama. No juzgues antes de tiempo. Seguiremos...

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