domingo, 30 de agosto de 2015

Marcos 7, 1-8.14-15. 21-23




Hoy el evangelio nos presenta una de las tantas discusiones de Jesús con los fariseos. La critica principal que Jesús hace a los fariseos es la de ser hipócritas. Según muchos estudiosos la hipocresía es la actitud que Jesús condena con mayor fuerza. 
Hipocresía, lo sabemos muy bien, va de la mano con la falsedad, el engaño y la mentira. Todas actitudes que no nos construyen como ser humanos. Deberíamos ser lo suficientemente lucidos como para detectar la hipocresía que todavía vive en nosotros: reconocerla es el primer paso para superarla.
No termina aquí la critica de Jesús. Citando a Isaias nos advierte sobre el peligros de las doctrinas: "las doctrinas que enseñan no son sino preceptos humanos" reprocha a los fariseos. 
Parece fundamental comprender la distinción entre doctrina y vida o doctrina y experiencia. 
Todas las religiones son construcciones humanas que se plasman a partir de la experiencia y las enseñanzas de personas carismáticas y sabias. Podemos decir que estas personas aterrizan su experiencia de la divinidad, la traducen y la comparten. Desde ahí se va armando con el tiempo todo una estructura doctrinaria. Confundir esta estructura con la experiencia y la vida del Misterio conduce  a unos cuantos riesgos: fundamentalismo, moralismo, intolerancia, exterioridad. 
Es el peligro en el cual hemos caído muchas veces los cristianos (y los demás también...hoy en día tenemos a los yihadistas) cuando hemos aplicado reglas y normas olvidándonos del amor.
Jesús lo expresa hoy diciendo: pongan más atención a la interioridad que a la aplicación de reglas. Cuiden el corazón más que seguir doctrinas.
Desde la interioridad y el corazón también las doctrinas encuentran su justo valor y rol: expresión de una experiencia, pistas, lugar de organización y encuentro. Mapas que simplemente indican la Vida.

sábado, 29 de agosto de 2015

Opiniones




Siempre más me doy cuenta de como las personas cambian de opinión sobre sus semejantes muy rápidamente. No deja de asombrarme. De un día a otro se pasa de la estima al rechazo, de la simpatía a la antipatía, del compañerismo a la indiferencia. Y al revés también.

¿Por qué? nos preguntamos.
Como siempre las respuestas pueden ser muchas, todas con hondas  y desconocidas raíces.  Hoy quiero centrarme en una, tal vez la que estoy notando con mayor frecuencia.

La llamaría "mi chacrita mental". Nos relacionamos con el otro a partir de nuestras ideas, gustos, sentimientos. En una palabra: superficialmente. Hasta que el otro concuerda con esta superficie todo bien. Cuando, por distintas razones, ya no concuerda, la relación se va deteriorando. 
Cuando el otro apoya y acepta mi superficie está todo bien: es una buena persona, inteligente, espiritual, etc...
Cuando el otro se disocia de la misma superficie ya no es tan buena persona, ya no es tan inteligente, ya no es espiritual, etc...
Por decirlo en dos palabras: juzgamos al otro según nuestro esquema mental.
Más allá de ser superficial e inmadura esta manera de relacionarnos asume, no pocas veces, tintes ridículos.
Relacionarnos a partir de lo inestable: opiniones, gustos, y sentimientos no es muy sabio que se diga.

Decía el monje budista Ajahn Chan:
"Tenéis un montón de puntos de vista y opiniones sobre lo que es bueno y lo que es malo, lo correcto y lo incorrecto, sobre cómo deberían ser las cosas. Os aferráis a vuestros puntos de vista y sufrís mucho. Solo son puntos de vista, ¿sabéis?"

Es hora de encontrar estabilidad y profundidad. Es hora de dejar de juzgar y opinar. Es hora de vivir relaciones maduras, profundas, autenticas. 
Podemos relacionarnos a partir de nuestra común raíz: desde ahí aceptaré con alegría y una sonrisa también las distinciones de la superficie.


viernes, 28 de agosto de 2015

El embrague




En Rodó tenemos dos autos ya que los precisamos para todos nuestros movimientos misioneros.
Generalmente, por motivos prácticos y de cuidado del auto, cada cual maneja principalmente uno.
Hace poco me tocó manejar el que uso menos; la mañana siguiente salgo para dar unas vueltas con el que suelo usar. Al soltar el embrague mi pie tenía grabado el punto de fricción del otro auto. Los que manejan conocen la experiencia. Cada embrague tiene su punto de fricción.
Me pareció una experiencia interesante y que tiene que ver con toda nuestra vida. Nuestro cuerpo y nuestra psique graban las experiencias y tienen memoria. 
Si no somos lucidos y no estamos atentos viviremos con el piloto automático y nos equivocaremos con el punto de fricción. 
Viviremos las mismas emociones y sufrimientos y repetiremos los mismos errores.
No nos habremos dado cuenta que cambió el embrague, que cada momento es único y nuevo y requiere toda nuestra atención. El amor fluye melodiosamente de la atención...

jueves, 27 de agosto de 2015

¿Quién creó a Dios?

Hoy les comparto esta reflexión de José Arregi. Es un poco larga pero vale la pena. Me gustó mucho.



¿Y A DIOS QUIÉN LO CREÓ?

José Arregi

Hace poco todavía, padres y educadores enseñaban a los niños que "el mundo ha sido creado por Dios". Sucedía a menudo que un niño o una niña preguntaba entonces: "¿Y a Dios quién lo creó?". "A Dios no lo ha creado nadie –respondía el adulto –. Dios es eterno". Es posible que el niño quedara entonces callado, pero ¿quedaba satisfecho el interés de su pregunta? Seguro que no. Apostaría que tampoco el adulto quedaba tranquilo con lo dicho, por mucha seguridad que fingiera.

Con un poco más de malicia, el niño o la niña hubiera podido seguir interrogando: "Si existe un Dios no creado por nadie, ¿por qué no podría existir un mundo no creado por nadie, un mundo infinito y eterno, como Dios?". Ahí el adulto se las vería y desearía para responder. Los niños carecen de respuestas a sus numerosas preguntas, pero si nuestras respuestas no les valen, es que tampoco nos valen a nosotros.

Seamos honestos con el niño que somos, y con las preguntas que llevamos, más sabias que las respuestas que fabricamos tan afanosamente. Preguntemos, como los niños: "¿Quién creó al 'Dios creador'?". No es una cuestión tan insensata como puede parecer. Hoy conocemos justamente la respuesta, si bien esta no resuelve el enigma de la Realidad, sino que más bien lo ahonda. Sí, sabemos con bastante exactitud cuándo nacieron los "dioses" en plural (politeísmo) y "Dios" en singular (monoteísmo). Y sabemos quién los hizo.

Los primeros panteones divinos fueron imaginados y esculpidos, descritos y venerados en Mesopotamia (actual Irak) hace 5000 años. Y la figura del "Dios único" fue concebida y adorada en Persia (actual Irán) hace 3000 años por el admirable profeta, filósofo y maestro ético Zoroastro. Se llamaba Ahura Mazda, el Señor Sabio, y con ese nombre es adorado hoy todavía, y el fuego es su imagen. Quinientos años más tarde, una divinidad particular hebrea llamada Yahveh revistió –"Dios" también evoluciona– esa figura de divinidad única que hemos heredado los cristianos y también los musulmanes: un "Dios" creador que elige y rechaza, que se revela y oculta, que perdona y castiga, que salva en el cielo y condena al infierno. (Abrahán no cuenta, pues, aparte de que su historicidad se pierde en una espesa nebulosa, los relatos bíblicos que se refieren a él y al supuesto culto que profesaba a una única divinidad –sin negar, por cierto, que existieran otras– fueron escritos más de mil años después. Tampoco cuenta el faraón egipcio Amenofis IV, llamado Akenatón, 500 años antes de Zoroastro, pues su intento político de imponer el monoteísmo no fue aceptado ni secundado).

Esa es, pues, en 14 líneas, la historia del "dios creado" en los últimos cinco mil años. ¿Dios creado? Sin duda. Y que nadie se escandalice, pues todos los grandes teólogos de todas las religiones así lo han enseñado durante estos milenios. Todo lo que pensamos e imaginamos como Dios no es más que "dios": constructo cultural humano. Pero las preguntas no se agotan. ¿Y si "Dios" no fuera más que un nombre –un simple nombre común, creado– de la Creatividad increada, una torpe manera de decir el Infinito o el Misterio Innombrable, el Aliento o el Espíritu que crea y mueve todo, el Ser y el poder ser de cuanto es, el Presente o el Silencio, la Fuerza y la Mansedumbre, el Poder y la Ternura, el poder de la ternura?

¿Y este mundo que vemos? Los niños de hoy, en cuanto empiezan a formular preguntas, aprenden que este mundo surgió del Big Bang, y me parece muy bien. Es necesario que lo sepan, pues está (prácticamente) demostrado, y los ecos de aquella formidable explosión –primera o enésima, nadie lo sabe– son todavía perceptibles. Lo que me extrañaría sería que con esa explicación, tan útil y necesaria, los niños y los jóvenes de hoy se quedaran satisfechos del todo; que con la teoría del Big Bang, tan genial y bella, se agotaran las preguntas. Cuando se agotan las preguntas se pierde el camino de la sabiduría. En cuanto a las respuestas, solo son buenas aquellas que suscitan nuevas preguntas.

Con el Big Bang no se agotan las preguntas. Por ejemplo: ¿Por qué se produjo el Big Bang que dio lugar a nuestro mundo? ¿Qué había cuando aún no había antes y después, aquí o allá, espacio y tiempo?  Son preguntas apasionantes, pero no busques en "Dios" la respuesta a ésas ni a ninguna otra pregunta. Un "Dios" que sirviera para responder a alguna pregunta será siempre creación nuestra, como las esculturas de Nippur.  En cuanto nombrado y representado, "Dios", todo "dios" es un "dios" creado por los seres humanos: por su ADN y sus neuronas, su pensamiento y su imaginación, sus miedos y deseos, por lo mejor y lo peor de este pobre y admirable ser humano que somos. Todo "dios" dicho e imaginado, el "dios" de todos los "textos sagrados", de todos los dogmas, de todas las liturgias, es una criatura humana, al igual que la danza o la música, la pintura o el poema.  Solo valen si inspiran. Solo valen si nos arrebatan al más allá sin más allá, a lo Indecible en la palabra, a lo inimaginable en la imagen.

No busques en Dios ninguna respuesta a ningún cómo y porqué. Mira el mundo. Escucha el eco del Big Bang en las galaxias y en los bosones. Escucha ese pájaro. Mira cómo crecen el trigo y el pan. Mira esa pareja, la ternura creciendo en sus ojos y en sus manos. El mundo existe. La Vida existe. La belleza y la Ternura existen. He ahí Dios, el Aliento increado creándose sin cesar en todo, también en nosotros, para que la bondad sea más fuerte.

Cuando alguien se abre como un niño a todas las grandes preguntas y no pretende poseer ninguna respuesta, pero guarda su alma en paz y en paz se dedica a aliviar el dolor de su prójimo y a curar las heridas del mundo, entonces hace presente y visible a Dios en el mundo. No el "dios" de nuestras imágenes y palabras, sino el Misterio que es en todo, más allá de toda filosofía y de toda religión. El Misterio creador, restaurador, consolador en el que vivimos, nos movemos y somos. Y que hacemos ser. Pues el respiro solo existe cuando los seres respiran.

miércoles, 26 de agosto de 2015

¿Qué queda?



¿Qué queda? ¿Qué queda cuando algo - o todo - se derrumba?
Los invito a contemplar detenidamente esta imagen. Me fascina. Tiene mucho que decirnos.
La ciudad inundada, devastada. El agua sube, el cielo parece prometer más lluvia. Soledad. Las dos mujeres, mamá e hija, esperan a la muerte. 
¿Cómo esperan a la muerte?
Serenas, bellísimas, vestidas de fiesta, de la mano. Como un nuevo amanecer, sugiere la luz en el horizonte. Se dejan mecer por el viento: serenamente entregadas. Se aman y se dejan amar por lo que es. Dignas. Siempre dignas. Nada ni nadie puede quitarnos la hermosura de nuestra dignidad.
¡Maravilloso!

¿Qué queda cuando todo se derrumba?
Queda lo que somos. No podemos perder lo que somos. 
Cuando algo se derrumba la vida nos invita a centrarnos en lo que somos, a quedarnos de pie, serenos, dignos.

¿Qué queda cuando todo se derrumba?
Paz y belleza Infinitas.





martes, 25 de agosto de 2015

Reírse mucho

"Tú eres el que te juzga. Dios nunca lo hace. Si te vieras a ti mismo, como Dios te ve, te reirías mucho"

Neale Donald Walsh





¿Por qué nos juzgamos y muchas veces nos condenamos?
Es importante descubrirlo porque de esto depende también nuestra relación con los demás. Si dejamos de juzgarnos dejaremos de juzgar a los demás y si nos viéramos como Dios nos ve, también veríamos los demás como Dios los ve. Todo es un reflejo de todo.
¿Por qué entonces muchas veces nos juzgamos?
Esencialmente me parece por falta de comprensión. En tres niveles:

1) No sabemos en realidad quienes somos. Nos identificamos con la mente, es decir: nuestro nombre, historia, carácter, sentimientos, emociones. Nuestra verdadera identidad está más allá de todo eso. 

2) No logramos ver que los errores del pasado (muchas veces supuestos) son simplemente estos: errores. Nada más. Hicimos lo que sabíamos y veíamos. No es necesario hablar de "pecado" y, mucho menos, de culpa. Siempre hacemos lo que podemos hacer en un determinado momento. Actuamos con la luz del momento. Todo esto nos lleva el tercer punto.

3) El aprendizaje. No hemos comprendido que la vida es sencillamente y hermosamente un aprendizaje. Solo estamos aprendiendo. Entonces, ¿por qué juzgarnos? Siempre hacemos lo mejor para ser felices y si no lo estamos haciendo es porque no lo vemos o estamos confundidos. En esencia: estamos aprendiendo. 

Cuando despertamos y nos establecemos en nuestra verdadera identidad, aceptamos nuestra verdad del momento, con sus limites. Nos damos cuenta que vivimos la Vida de Dios y que Dios vive nuestra vida. Entonces sonreímos. Nos sonreímos, sonreímos a Dios y Dios nos sonríe.


domingo, 23 de agosto de 2015

Juan 6, 60-69



"Tu lenguaje es duro" se quejan los apóstoles con Jesús. "No te comprendemos". ¿Cuantas veces no logramos comprender? No nos comprendemos a nosotros mismos, no comprendemos a los demás, no comprendemos a Dios. En realidad lo mismo. No hay separación: somos Uno. La compresión de un aspecto lleva a la comprensión del otro. Por eso es tan importante el conocimiento y la comprensión de uno mismo. ¿Me conozco? ¿Me comprendo en profundidad? ¿Comprendo al otro en profundidad?
Para los budistas la falta de comprensión es la raíz del sufrimiento. Tan importante es. Los cristianos podemos sin duda afirmar lo mismo, ya que comprensión y amor son las dos caras de la misma medalla.

Cuando logramos ver la profunda unidad que subyace a todo eso, nuestra búsqueda compulsiva de paz y felicidad se detiene. Nos damos cuenta que las "palabras de vida eterna" que Jesús nos regala ya están en nosotros. Más aún: somos Esa Palabra de Vida. Cada uno, cada ser viviente, cada piedra, cada flor es una palabra de vida. 
Me descubro Uno con Dios. Me descubro Uno con la realidad. Me descubro como expresión única de Esa Palabra. Puedo vivir agradecido y en paz. Puedo dejar que Esa Palabra se desarrolle en mí de manera única.

sábado, 22 de agosto de 2015

La ilusión del miedo

"No existe ilusión más grande que el miedo"

Lao Tzu





Lao Tzu o Lao Tse es un filosofo chino que vivió 500 años antes de Jesús. Se le considera como el fundador del Taoismo. Es asombroso descubrir la sabiduría que desde siempre vivió en el corazón humano y que algunos supieron descubrir y compartir con todos. 
Lao Tse nos dice que la ilusión más grande es el miedo. Me parece sumamente interesante profundizar en este tema. El miedo está mucho más presente en nuestras vidas y nuestras elecciones de lo que solemos pensar. Fundamentalmente existe un solo miedo: a la muerte. Los demás miedos son despliegue y matices de este único, terrible miedo. ¿Qué es este miedo a la muerte? Es el miedo a la aniquilación, a desaparecer, al no-ser, a la nada, al vacío. 
¿Qué pasaría si nos diéramos cuenta que la muerte misma es ilusión?
En esto hace hincapié nuestro amigo Lao Tse. 
Si me identifico con lo que desaparece, el miedo es inevitable. El cuerpo va a desaparecer, pero no soy mi cuerpo. Mi psique (afectividad, emociones, pensamientos) va a desaparecer, pero no soy eso. 
No soy lo que muere, no puedo serlo. Por eso es tan importante descubrir quién soy.
Lo que va a desaparecer pertenece al tiempo, a la forma, a la manifestación. No a la esencia. La esencia, lo que soy, no nace ni muere. 
Descubierto eso podemos ver que la muerte, en el fondo, es ilusión. Y si la muerte es ilusión, también el miedo. El miedo es la ilusión más grande porque la muerte es la ilusión más grande. 
A un nivel superficial muy probablemente siempre nos acompañará algo de miedo... No ponemos ahí nuestra atención. Es el momento de vivirse desde lo que somos: Uno con Dios, Amor Infinito, Vida divina expresandose momentáneamente aquí y ahora.  Desde ahí no existe muerte, no existe miedo, no existe ilusión. Simplemente Soy.

viernes, 21 de agosto de 2015

Ceguera



Los temas y los símbolos de la vista, la visión y la ceguera son centrales en todas las tradiciones espirituales. Basta recordar cuantas curaciones de ciegos nos transmiten los evangelios y sobre todo el central capitulo 9 de San Juan.  
Siempre más estoy fascinado por todo eso y me parece entre las cosas más importantes en el camino espiritual. 
Detrás de los símbolos de la visión y la ceguera se esconden aspectos esenciales: la libertad, el conocimiento, la comprensión, el egoísmo.

Me sorprende particularmente encontrar personas que se dicen libres y, en realidad, me parecen sumamente esclavas: de sus limites, de sus miedos, de sus prejuicios. 
Esto obviamente vale para mí también. Ustedes podrían pensar, y me consta que algunos lo piensan: "este que escribe sobre la importancia del ver es también ciego"; "este que se cree libre es también esclavo". Libres de pensarlo obviamente. No me ofendo, al contrario me empuja a ser más autentico.
Lo que me salva creo es que, por lo menos, "no me la creo mucho".
Me preocupan en efecto, "los que se la creen". 
Veo personas muy seguras de si mismas, que dicen que saben y que ven. En realidad quien se  demuestra y se afirma seguro es, probablemente, alguien muy inseguro. Quién afirma ver, probablemente esté ciego. Es el reproche más duro de Jesús: Después Jesús agregó: "He venido a este mundo para un juicio: Para que vean los que no ven y queden ciegos los que ven». Los fariseos que estaban con él oyeron esto y le dijeron: «¿Acaso también nosotros somos ciegos?». Jesús les respondió: «Si ustedes fueran ciegos, no tendrían pecado, pero como dicen: “Vemos”, su pecado permanece». (Juan 9, 39-41)

¿Por qué todo esto? Nuestro deseo de seguridad tiene raíces muy hondas, que se encuentran en lo genético, lo psicológico, lo espiritual. 
La inseguridad, por cierto, es lo único cierto de nuestra vida. No sabemos nada. No sabemos lo que va a ocurrir en 5 minutos...¿cómo vamos a estar seguros?
En realidad lo que se nos pide es vivir cómodos y serenos en la inseguridad. Confiar. Esto nos abre al ver. La visión se nos abre cuando confiamos únicamente en el Presente. Cuando aceptamos que no vemos, estamos empezando a ver.



jueves, 20 de agosto de 2015

La almohada


Esta reflexión sería mejor leerla esta noche al acostarse...

Es lo que me surgió a mi, anoche, en cuanto apoyé la cabeza sobre la almohada. Se lo comparto sencillamente.

El momento antes de dormir es un momento humanamente muy particular. Sea que dormimos solos sea que dormimos con la persona que amamos cuando apoyamos la cabeza sobre la almohada nuestro mundo se transforma.
Es el momento de la vulnerabilidad, donde bajamos todas las defensas que levantamos a lo largo del día. Es el momento donde afloran imágenes, recuerdos, hechos del día.
Es el momento de la intimidad, donde la alegría y el dolor pueden fluir más fácilmente.
Esencialmente es el momento de nuestra verdad, el momento donde nuestro ser autentico emerge. Es impresionante como, con la cabeza en la almohada, no puedo mentirme. 
Parecería que nuestra conciencia espera alegre este momento: tiene mucho que decirnos y revelarnos y con la cabeza en la almohada estamos más dispuestos a escucharla...a escucharnos. 
Sería bueno aprovechar esta instancia fundamental de nuestra vida.

Con la cabeza en la almohada...

Puedo sentir la belleza de mi ser y de todo lo que me rodea...
Puedo dejar que las alegrías y los dolores fluyan serenos sin meterme...
Puedo por una vez dejar mi rencores y comprender a las personas...
Puedo perdonarme y perdonar con una sonrisa...
Puedo por una vez salir de mi egoísmo sintiendo que no soy el centro del universo...
Puedo amar al universo entero en un acto interior de entrega...
Puedo sentir la compasión por el inmenso dolor de tanta gente...
Puedo estrechar en un tierno abrazo a los seres que más amo...
Puedo agradecer por la brisa suave y la flor silvestre...
Puedo gozar, por fin libre, de la Presencia del Amor...
Puedo...Puedo...Puedo...
Aprovechemos de la almohada...

miércoles, 19 de agosto de 2015

Deja que fluya



Dejar fluir la vida. Dejarse fluir con la vida. Es sumamente interesante que en todas las tradiciones espirituales vuelve una y otra vez esta invitación: ¡Deja que fluya!
¿Por qué es tan importante?

Dejar fluir no tiene nada que ver con falta de responsabilidad o superficialidad. Bien entendido su significado nos aporta una clave esencial para nuestro camino.

Dejar fluir indica varias cosas: 

1) Aceptación. Acepto radicalmente la vida como se presenta en el momento presente. 
2) Perder el control. Dejo la actitud compulsiva de quererlo controlar todo. 
3) Confianza. Me abro a la sabiduría de la Vida que es mucho más grande que mis pensamientos, ideas y proyectos.
4) Paz. Descubro que mi identidad es la Paz y la Calma. 

Dejándome fluir desde la raíz de mi ser viviré las responsabilidades y todo lo que la Vida me pide en el presente con una actitud relajada y confiada.

Dejar fluir entonces empalma muy bien con el tema de la fe que comentamos ayer. Dejar fluir es vivir confiados, alegres, serenos. "Todo está bien y todo estará bien y cada cosa estará bien" nos recuerda Santa Juliana de Norwich. 



martes, 18 de agosto de 2015

Cantando en la oscuridad

"La fe es el pájaro que canta cuando 
el amanecer todavía es oscuro"

Tagore




Esta imagen que nos propone Tagore nos invita a reflexionar sobre el tema de la fe y como vivimos nuestra fe. Subrayo que todos vivimos de alguna manera de fe, porque todos vivimos a partir de cierta confianza. Simplemente por el hecho que no sabemos nada del mañana. Cada día nos levantamos "por fe": porque confiamos que el día que comienza nos aportará algo bueno para nuestra vida. Porque confiamos que vivir vale la pena.
La fe en su significado más autentico y profundo no es entonces un simple y superficial creer en cosas que la cabeza no entiende. La fe es vida. La fe es vivir confiados que vivir vale la pena y que la vida siempre tiene la última y definitiva palabra.
El pájaro que canta cuando todavía el amanecer es oscuro nos enseña a ver la realidad más en profundidad, nos enseña a mirar cada cosa descubriendo la luz.
El pájaro que canta cuando todavía el amanecer es oscuro nos enseña que si solo veo oscuridad en una situación de mi vida no estoy viendo bien.
El pájaro que canta cuando todavía el amanecer es oscuro nos enseña que como el amanecer surge de la noche, así la solución surge del problema, la vida de la muerte.
Nos enseña que siempre hay un amanecer que nos espera.
Que todo está amaneciendo en este mismo instante y puedo contemplarlo cantando.
Nos enseña que nuestro ser más autentico es un continuo y hermoso amanecer.

domingo, 16 de agosto de 2015

Juan 6, 51-59





Estamos al final del capítulo 6 de Juan y del discurso sobre el Pan de Vida. El redactor del evangelio quiere dar  un sentido fuertemente eucarístico a todo el tema del pan y por eso introduce los términos "carne" y "sangre". Probablemente escribe para comunidades que celebran la eucaristía y quiere confirmar y alentar su fe.
Es importante no perder el caracter simbolico del texto. Ya lo veníamos subrayando en los domingos anteriores. 
Tomados literalmente los textos corremos muchos y hondos peligros: un sacramentalismo estéril, la separación entre fe y vida, un materialismo superficial, una idea mágica de la salvación. 
Peligros que se dieron y se dan en la vida de la Iglesia.

Si logramos superar el literalismo e ir más en profundidad lograremos nuevas posibilidades de comprensión que darán sus frutos en nuestras vidas.
¿A una mirada más profunda que nos revela el texto? Hay continuidad con lo expresado antes por el evangelista. Lo repetimos: en el símbolo del pan podemos leer la realidad entera. La Presencia de Dios es total y transparente. Jesús nos revela que somos Uno con la Vida: cómo él, con él y en él. Jesús es nuestro espejo: en el nos reflejamos. En él somos
Todo el texto es un canto a la vida y a la alegría. Nuestra identidad es la Permanencia. La Eucaristía nos recuerda constantemente que somos uno y que permanecemos en el Amor.

sábado, 15 de agosto de 2015

¿Cartas o realidad?

"Estoy contigo y tú quieres leer cartas. No es ésa la naturaleza del amor auténtico"

Rumi




Rumi es un místico muy especial: un enamorado de la vida y muy atento a todo lo humano. Todo lo centra, lo vive y lo lee a partir del amor. 
¿Qué nos quiere decir hoy cuando dice: "Estoy contigo y tú quieres leer cartas. No es ésa la naturaleza del amor auténtico?".
Cuando dos amantes están juntos y en lugar de disfrutar la presencia del otro se leen cartas de amor significa que no entendieron el milagro de la Presencia y del Presente.
El amor autentico es siempre la experiencia de la Presencia en el Presente. Aplicado a Dios y a nuestra vida espiritual, ¿que significa? ¿Por qué pierdes el tiempo buscando a Dios cuando su Presencia lo llena todo en el Presente?
Queremos leer cartas de amor de Dios, cuando el Amor está Aquí y Ahora...suena paradójico, ¿no?

Para quedar en temas de cartas el maestro zen Ikkyu nos dice:
Antes de estudiar los textos budistas y de recitar sin fin los sufras, el discípulo del zen debería aprender a leer las cartas de amor que le envían la nieve, el aire y la lluvia.”

Al final subraya la misma realidad: si queremos cartas de amor ya las tenemos. La realidad es toda una hermosa carta de amor. Aprendamos a leerla. 

Jesús va, obviamente, por el mismo lado cuando afirma:

"Fíjense en los cuervos: no siembran ni cosechan, no tienen despensa ni granero, y Dios los alimenta. ¡Cuánto más valen ustedes que los pájaros! ¿Y quién de ustedes, por mucho que se inquiete, puede añadir un instante al tiempo de su vida? Si aun las cosas más pequeñas superan sus fuerzas, ¿por qué se inquietan por las otras? Fíjense en los lirios: no hilan ni tejen; sin embargo, les aseguro que ni Salomón, en el esplendor de su gloria, se vistió como uno de ellos. Si Dios viste así a la hierba, que hoy está en el campo y mañana es echada al fuego, ¡cuánto más hará por ustedes, hombres de poca fe!" (Lc 12, 24-28).

Más allá de la Palabra de Dios y antes que la Palabra de Dios está el Silencio de donde la Palabra brota: el hermoso silencio de la Realidad. La hermosa carta de amor de la Presencia: aprendes a leerla.

viernes, 14 de agosto de 2015

Un grano de arena

“Para ver el mundo en un grano de arena,
Y el Cielo en una flor silvestre,
Abarca el infinito en la palma de tu mano
Y la eternidad en una hora”

William Blake




Para seguir con la reflexión de ayer no encontré nada mejor que esta poesía del inglés William Blake. Ayer el Papa nos decía que "el Universo se desarrolla en Dios, y que Dios lo llena todo".
Decíamos que los místicos de todos los tiempos afirman lo mismo: solo hay Dios. Dios que se manifiesta y expresa en todo. Blake lo confirma con su maravillosa poesía: el mundo en un grano de arena. El zen afirma paralelamente que el Universo está contendido en un grano de arroz. 
No es una visión simplemente poética o, peor, ingenua. Nada de eso. Es La Visión. Es lo Único Real.
Educarnos a través del silencio y la contemplación a esta visión transforma nuestra vida cotidiana.
¿Qué significa que Dios lo llena todo, se manifiesta en todo, se expresa en todo? El lenguaje es, en este caso, un instrumento sumamente inadecuado.
Intentamos de igual manera expresar algo.

Dios es el que saborea en mí el café por la mañana, es el sabor a café y su aroma. 
Dios es este sentimiento de alegría que me inunda: lo siente en mi y como yo lo siento y es el sentimiento mismo.
Dios es esta hoja otoñal que se desprende del árbol; es la hoja y sus colores, es el viento que la deposita en el suelo.  Es el desprendimiento mismo. Es el árbol que pierde la hoja. Siente con el árbol y siente con la hoja. Es el viento y siente con y como el viento. Es cada color de la hoja y todos los colores. Siente lo que la hoja siente y siente lo que la tierra siente al recibirla y es la tierra y el recibimiento.
Dios siente tu preocupación: la siente contigo y es tu preocupación. La vive Él en ti: la vivís tú y a la vez la vive Él. 
Dios es tu deseo de paz y esta paz que deseas y el deseo mismo. 
Es el hermoso amanecer que estás viendo y es él que lo ve y la vista misma. 

Dios es todo eso pero no se reduce ni se encierra en eso. Es el Ambiente donde esto se da y se vive. Y es mucho más que ese Ambiente.

El místico cristiano Maestro Eckhart lo expresa diciendo: "El ojo con el cual veo a Dios es el mismo ojo con el cual Él me ve" y un místico sufí dice: "Si te acercas a mí sin cesar, haciéndolo con toda tu capacidad de entrega, hasta unificarte con Mi Amor, entonces seré el oído con el que escuchas, el ojo con el que ves, la mano con la que agarras, el pie con el que andas."




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