"La libertad no es un evento, no es un objetivo ni un destino. La libertad es un estado mental"
Harv Eker
En una breve reflexión no podemos sin duda abarcar un tema central en el pensamiento filosófico de la humanidad, en la búsqueda de todas las tradiciones religiosas y en la vivencia de los grandes espíritus.
Ofrezco simples sugerencias que me surgen a partir de la cita de hoy.
La libertad obviamente es mucho más que el simple nivel pragmático y es mucho más que algo para alcanzar.
La libertad nos define. Descubrirlo, experimentarlo, transforma también nuestro entorno concreto.
En el fondo, descubrimiento de sí mismo y libertad van de la mano. Cuando descubro quién soy la libertad aparece. Soy libertad.
Si me considero y defino como un simple individuo bio-psico-social aislado de los demás y del Universo es normal que mi "idea" y mi vivencia de la libertad sean muy superficiales, restringidos y hasta oprimentes.
Si ahondo en mi identidad y descubro mi raíz puedo vislumbrar la profunda unidad que todo lo sostiene y engendra. Me descubro Uno con Dios o mejor: expresión única en un determinado instante de la divinidad. Percibo que mi autentica identidad es compartida con todo y con todos. Entonces me descubro como Libertad expresandose concretamente y temporalmente en lo particular.
Es la misma y central experiencia de San Pablo: "En consecuencia, que nadie se gloríe en los hombres, porque todo les pertenece a ustedes: Pablo, Apolo o Cefas, el mundo, la vida, la muerte, el presente o el futuro. Todo es de ustedes, pero ustedes son de Cristo y Cristo es de Dios." (1 Cor 3, 22-23).
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