Estamos al final del capítulo 6 de Juan y del discurso sobre el Pan de Vida. El redactor del evangelio quiere dar un sentido fuertemente eucarístico a todo el tema del pan y por eso introduce los términos "carne" y "sangre". Probablemente escribe para comunidades que celebran la eucaristía y quiere confirmar y alentar su fe.
Es importante no perder el caracter simbolico del texto. Ya lo veníamos subrayando en los domingos anteriores.
Tomados literalmente los textos corremos muchos y hondos peligros: un sacramentalismo estéril, la separación entre fe y vida, un materialismo superficial, una idea mágica de la salvación.
Peligros que se dieron y se dan en la vida de la Iglesia.
Si logramos superar el literalismo e ir más en profundidad lograremos nuevas posibilidades de comprensión que darán sus frutos en nuestras vidas.
¿A una mirada más profunda que nos revela el texto? Hay continuidad con lo expresado antes por el evangelista. Lo repetimos: en el símbolo del pan podemos leer la realidad entera. La Presencia de Dios es total y transparente. Jesús nos revela que somos Uno con la Vida: cómo él, con él y en él. Jesús es nuestro espejo: en el nos reflejamos. En él somos.
Todo el texto es un canto a la vida y a la alegría. Nuestra identidad es la Permanencia. La Eucaristía nos recuerda constantemente que somos uno y que permanecemos en el Amor.
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