viernes, 12 de octubre de 2018

Elogio de la transparencia



La transparencia, virtud olvidada en época de cambio. Virtud olvidada en nuestras sociedades eficientitas y competitivas.
Más que virtud, la transparencia es una estilo de vida, una cualidad del ser.
Surge por sí sola la transparencia, cuando abrimos las puertas al Ser. Aparece sin esfuerzo cuando la mente calla y el corazón se aquieta.

Hace falta transparencia en nuestro mundo y nuestras relaciones. Hace falta en el mundo político, en la iglesia, en las instituciones, en la relaciones de parejas y de amistad, en la sociedad civil.
No decimos lo que pensamos y muchas veces ni sabemos lo que pensamos. No sabemos lo que sentimos y a menudo no lo queremos sentir.

Simplemente reaccionamos, esclavos de nuestra emotividad sin control y sin rumbo. Vivimos de reacción en reacción, sin lucidez y sin luz. No somos transparentes con nosotros mismos, ¿cómo podemos serlo con los demás?
No nos conocemos y no nos aceptamos. Continuamente estamos escapando de nosotros mismos, asustados por nuestras mezquindades, nuestros pensamientos, nuestros sentimientos.
No nos atrevemos a vernos y llamar por nombre lo que nos pasa. Aturdidos por el ego y el miedo no queremos ver, no queremos saber.
Y la transparencia, tan bendita y esencial, se esfuma triste detrás de las cortinas que hemos puesto. Tal vez inconscientemente.
Entonces opinamos sin fundamento y juzgamos con facilidad. Herimos a los demás sin darnos cuenta, impulsados por la necesidad de defendernos y afirmarnos.

El camino hacia la transparencia empieza por uno mismo, por la decisión de silenciarnos y enfrentarnos a nosotros mismos.
El camino hacia la transparencia empieza ahora y empieza por ti. Empieza por la decisión de amarte en serio. Empieza por la decisión de ver.

La transparencia se asoma cuando nos aquietamos, como el agua serena de un estanque o del mar que permite ver en las profundidades.
La transparencia nos permite conocernos y aceptarnos por lo que somos y no por lo que nos gustaría ser o deberíamos ser. El camino hacia la transparencia es el camino de la aceptación del don único que somos.
Nuestra propia unicidad y originalidad se expresa y revela en la transparencia.

El camino hacia la transparencia es simultáneamente el camino desde la transparencia.
Ya somos lo que queremos ser. Ya somos el amor que anhelamos. Desde nuestra interioridad más profunda el amor que somos pide ser visto y ser expresado en una continua creatividad.

Mientras caminamos dando espacio a nuestra propia transparencia, podemos construir y reconocer la transparencia afuera.
Aprender a callar antes de hablar para sentirnos, para sentir. Aprender a reconocer lo que viene desde el ego o desde el amor. Conectarnos requiere quietud y silencio. Aprender a callar y a hablar poco y claro. Aprender a decir lo que sentimos sin miedo. Aprender a independizarnos de las opiniones.

La transparencia es valentía y fidelidad.
Aprender a ser fiel a uno mismo – a lo mejor de uno – es el camino más directo a la transparencia en las relaciones.

La transparencia revela la belleza que somos.
La transparencia es pura libertad y desapego: deja vislumbrar lo invisible.
La transparencia es un vacío lleno de luz y de amor.
La trasparencia es el Ser que se hace don y entrega.
La transparencia es sumamente respetuosa: deja ver sin aturdir ni imponer.
Libre de ambiciones y deseos la transparencia se convierte en ternura y amistad, en vulnerabilidad compartida.
Vivir desde la transparencia y hacia la transparencia es el camino del amor y de la comprensión.


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