lunes, 9 de marzo de 2020

Todavía surge el sol sobre Milán



Todavía surge el sol sobre Milán. Si, puede parece raro en estos tiempos donde el coronavirus hace estragos y ocupa las portadas de todos los noticieros y es el centro de todas las conversaciones.

Milán, centro económico de Italia, es la capital de la región Lombardía, región en cuarentena por la escalada de casos positivos al virus. Por eso que – a pesar no ser la zona más afectada – podemos tomar Milán como símbolo de este momento de crisis.
Todavía surge el sol sobre Milán. Lo veo seguido este sol, cálido y amigo, mientras salgo a caminar por el inmenso parque que se extiende por kilómetros y que comienzo a recorrer justo saliendo de mi casa.
La primavera asoma sobre Milán y nos regala horas de luz, clima templado, brisa suave. La primavera no conoce de virus. Sigue su curso, fiel a la vida.
En el parque mucha gente caminando, corriendo, haciendo deporte: mayores, familias enteras, jóvenes, niños.
Parece todo normal en el parque y tal vez es bueno que sea así. Parece normal mientras los hospitales están saturados, muchos ancianos mueren, las familias no saben que hacer con los niños sin escuela y la economía se derrumba.
En estas situaciones limites el ser humano puede desarrollar lo peor o lo mejor y en estos tiempos somos testigos de las dos caras: crecen egoísmo, individualismo, estupidez y miedos y crece en muchos la solidaridad, la entrega, la empatía.
Todavía surge el sol sobre Milán y en mis caminatas por el parque lo que más me llama la atención son los niños: como la primavera, viven serenos y no saben de virus. Hay niños de todo tipo y color: muy pequeños y más grandecitos, blancos, morochos y negros, jugando a la pelota o yendo en bicicleta, caminando con sus padres o corriendo con los abuelos. Todos o casi todos, sonríen.

Todavía surge el sol sobre Milán y todo empieza a florecer. Los árboles y el pasto se revisten de formas y colores.
Parecen muy amigos la primavera y los niños, casi hermanos mellizos.
Tal vez ahí se esconde la maravillosa enseñanza que nos deja el coronavirus: hay que volver a ser primavera, hay que volver a ser niños.
Primavera y niños nos invitan a vivir sin miedo, a confiar en el proceso de la vida, a vivir el momento presente, a disfrutar de la belleza que sigue soplando en nuestras velas resquebrajadas.
Todavía surge el sol sobre Milán.
Gracias amigo sol. Gracias a la primavera y gracias a los niños.
Nadie ni nada puede detener el sol. Como nadie ni nada puede detener el amor y la esperanza.


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