sábado, 17 de octubre de 2020

Mateo 22, 15-21

 


 

Den al César lo que es del César, y a Dios, lo que es de Dios” (Mt 22, 21): esta invitación de Jesús quedó como una de las frases más recordada y citada.

 

Los fariseos quieren sorprender a Jesús para poder acusarlo y su pregunta es maliciosa: “¿Está permitido pagar el impuesto al César o no?”.

Si contesta que “si” se demostrará su apoyo al opresor romano y vendrá menos a su cercanía afectiva y efectiva al pueblo pobre y explotado.

Si contesta que “no” quedará fehaciente su postura rebelde frente al Imperio y podrán arrestarlo y juzgarlo.

Jesús, con suma maestría y sabiduría, no cae en la trampa.

Su respuesta es magistral: “Den al César lo que es del César, y a Dios, lo que es de Dios.

 

¿Cómo hay que leer esta respuesta?

En primer lugar hay que despejar el campo de un peligroso malentendido.

José Antonio Pagola lo explica así: “Jesús no dice que una mitad de la vida, la material y económica, pertenece a la esfera del César, y la otra mitad, la espiritual y religiosa, a la esfera de Dios.

 

La clave está en salir del supuesto y aparente dualismo de la respuesta.

Jesús, como buen judío, sabe bien que “todo es de Dios”. Sin duda conocía y rezaba con el Salmo 24 que comienza así: “Del Señor es la tierra y todo lo que hay en ella, el mundo y todos sus habitantes.”

Jesús también conocía el relato del Génesis donde se dice que el hombre fue creado a imagen de Dios.

Este tema de la imagen hace como de telón de fondo de nuestro texto.

La moneda que le muestran tienen impresa la imagen del Cesar y Jesús quiere recordar que hay otra imagen, mucho más importante y fundante. Todo lleva impreso la imagen de Dios y, especialmente, el ser humano.

Todo es imagen de Dios, reflejo de su belleza, icono de su Presencia.

Desde esta comprensión podemos salir del aparente dualismo: no hay dos mundos – el del Cesar y el de Dios – sino una sola realidad que se disfraza, expresa, manifiesta y revela en diferentes dimensiones.

Cada una de estas dimensiones tiene sus leyes propias y su autonomía pero nunca están separadas o fragmentadas. Siempre expresan y revelan la Fuente y la Imagen.

La dimensión del “Cesar” expresa la dimensión política, social y económica de lo real. Esta dimensión tiene sus leyes, su evolución y sus búsquedas, como la historia de la humanidad lo muestra y demuestra.

Esta dimensión – que en apariencia puede parecer desligada de la Fuente – es también expresión y revelación del Misterio.

Ya no hay dualismo. Estamos llamados a vivir la realidad desde el Misterio que en ella se manifiesta.

Se redescubre y valoriza así esta dimensión política y social que a menudo en el cristianismo quedó relegada y, en ocasiones, despreciada.

También lo político, lo social y lo económico son caminos de santidad y plenitud cuando los vivimos desde esta dimensión profunda del Misterio.

Dar al Cesar lo que es del Cesar y dar a Dios lo que es de Dios” expresa entonces un estilo de vida integrado e integral, donde se asumen y respetan los distintos niveles de lo real, viviendo todo desde el Amor Uno y la Vida Una.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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