sábado, 19 de abril de 2025

Juan 20, 1-9


 

Celebrar la Pascua es celebrar el amanecer, cuando todavía está oscuro.

Al amanecer el sepulcro está vacío y María Magdalena lo puede ver. Lo ve: abierto y vacío. Vacío y, por eso, lleno de luz.

Todos los vacíos, están llenos de luz.

El amanecer nos revela lo que siempre ocurre: la luz muestra que todos los sepulcros están vacíos.

 

Cuando vivimos en la luz, nuestra visión se aclara y entonces descubrimos que la Pascua siempre está aconteciendo. Vivimos en la resurrección, porque somos “hijos de la resurrección” (Lc 20, 36). Vivimos en la Vida, siendo vida.

Todo acontece “adentro” del Misterio inefable que llamamos “Dios”: el Universo, la historia, los mundos, tu existencia, la mía. Todo. Por eso, vivimos en la resurrección.

 

Nunca una piedra selló un sepulcro, nunca la oscuridad venció a la luz. Nunca una noche, detuvo el amanecer.

 

Somos amaneceres, llamados a alumbrar sepulcros.

Somos amaneceres, que desentierran vida por doquier.

Somos amaneceres, que revelan la luz y la cantan.

 

La Pascua nos revela que Dios creó la noche para que veamos el amanecer: y la noche es más bella y fecunda, cuando sabemos que siempre amanece.

 

La noche es bella y tiene sentido: amanece.

Los sepulcros están abiertos y huelen a violetas: amanece.

Y hasta los miedos se disuelven al amanecer: no soportan la luz.

 

Podemos vivir amaneciendo, en total confianza.

Podemos vivir danzando y podemos vivir, cantando la belleza de la noche, del sepulcro y de cada amanecer.

 

Todo tiene sentido, cuando amanece. Todo tiene sentido, todo tiene su lugar, todo su propósito y el amanecer lo sabe y lo puede ver.

 

Celebrar la Pascua es vivir. Vivir amaneciendo, una y otra vez. Vivir descubriendo los sepulcros vacíos y la fecundidad de las noches.

Celebrar la Pascua es vivir desde la Presencia, en la Presencia, hacia la Presencia.

 

Por eso podemos rezar con Martin Buber:

 

Adonde yo vaya, Tú.

Adonde me quedo, Tú.

Tú, Tú, Tú.

 

De nuevo, Tú, eternamente Tú.

Tú, Tú, Tú.

 

Cuando todo anda bien, Tú.

Cuando todo anda mal, Tú.

Tú, Tú, Tú.

 

De nuevo, Tú, eternamente Tú.

Tú, Tú, Tú.

 

Cielos, Tú. Tierra, Tú.

Arriba, Tú. Abajo, Tú.

Adondequiera me vuelva, Tú.

En cada instante, Tú.

Tú, Tú, Tú.

 

 


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