sábado, 7 de noviembre de 2020

Mateo 25, 1-13

 



 

La hermosa parábola de las “diez jóvenes” (el termino griego se puede interpretar también en el sentido de “vírgenes” pero hace más referencia a la soltería) es una parábola de sabiduría. “Sabiduría” como ciencia del aprender a vivir.

La sabiduría – el texto lo mostrará claramente – es algo experiencial, no intelectual.

No es sabio quien sabe muchas cosas, sino quien sabe vivir.

El gran símbolo de la parábola es la luz y justamente la luz es también el símbolo universal de la sabiduría.

La única gran diferencia entre los dos grupos de jóvenes – cinco por un lado y cinco por el otro – es el aceite, el combustible para que las lámparas iluminen.

Las cinco estúpidas (suena fuerte…¡pero así dice el texto!) no se proveen de aceite y las cinco inteligentes, si.

Si la luz es el símbolo de la iluminación y del despertar, el aceite es el símbolo de las herramientas concretas que necesitamos para mantenernos despiertos.

Es interesante y sugerente darse cuenta que las diez jóvenes se duermen y las diez se despiertan cuando llega el esposo: ¡todas despiertan! La cuestión no está en el despertar, sino en mantener la luz.

El despertar espiritual ocurre y puede ocurrir. Pero no alcanza. Hay que mantenerlo y aterrizarlo a lo concreto de la vida.

Mucha gente está despertando a otro nivel de conciencia, el mundo está despertando. Los signos de este despertar son muchos y variados: el agotamiento de muchas instituciones tradicionales – económicas, sociales, políticas y religiosas –, la búsqueda sincera de espiritualidad y autenticidad, el anhelo de comunión y de compartir, el llamado ecológico, el surgir de miles de grupos e iniciativas que se centran en la búsqueda espiritual.  

El cambio de época es imponente, trascendental, imparable y subirse a este tren se vuelve esencial…

Este despertar se produce muy a menudo a través del dolor. San Pablo usó la hermosa imagen del parto: “Sabemos que la creación entera, hasta el presente, gime y sufre dolores de parto. Y no sólo ella: también nosotros, que poseemos las primicias del Espíritu, gemimos interiormente anhelando que se realice la plena filiación adoptiva, la redención de nuestro cuerpo” (Rom 8, 22-23).

El vislumbre de la luz o el comienzo del despertar no es suficiente. Sin aceite no habrá luz o la luz se irá apagándose.

¿Qué es el aceite?

El aceite simboliza y representa todas las herramientas concretas que tenemos a disposición para despertar y mantenernos despiertos.

La luz de la conciencia es una luz poderosa pero, a la vez, frágil.

La luz y el despertar tienen que echar raíces en nuestra estructura psicofísica concreta. El peligro del espiritualismo y de la fuga de la realidad está siempre presente.

La paz y el amor que viviremos y experimentaremos en la vida concreta y cotidiana será siempre el signo más verdadero y eficaz de nuestro crecimiento y nuestra evolución hacia la luz.

La luz además necesita una estructura sana, abierta y disponible para poder expresarse.

Esta “estructura sana” se refiere esencialmente a cierta estabilidad y madurez psíquica: autoconocimiento, sanación interior, aceptación de los propios limites.

Es la enorme y fascinante paradoja que subrayan todos los místicos y maestros: para trascender un “yo” que en realidad no existe, ese mismo “yo” tiene que estar sano e integrado.  

Usar las herramientas y cuidar de ellas es entonces fundamental en nuestra experiencia humana concreta y limitada.

Las herramientas son muchas y variadas y cada cual tiene que encontrar las que más se ajusten a su estructura psicofísica, su vocación y su misión.

Tenemos la meditación, el estudio y la investigación, la lectura, la oración, el servicio concreto, el acompañamiento espiritual, el contacto con la naturaleza…

En muchos casos necesitamos de varias y distintas herramientas.

Todas las herramientas tienen que ver con la interioridad y la vivencia concreta del amor.

La Luz del despertar nos espera y nos necesita para expresarse en este mundo.

¡Abrámonos sin miedo a esa luz y preparemos nuestro aceite!

Seremos luz desparramando luz, vidrieras transparentes, colores vívidos y distintos enamorados de la única Luz.

¡Qué hermoso vivir así!

 

 

 

 

 

 

 

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