sábado, 11 de junio de 2022

Juan 16, 12-15



 

El evangelio, en muchos casos, nos abre una ventana sobre la experiencia íntima de Jesús. Podemos percibir el corazón abierto del maestro intentando compartir su experiencia de Dios y su visión.

Estamos llamados a entrar en su experiencia, a participar de su consciencia. Hay que soltar el control para entrar, hay que confiar.

El texto de hoy nos muestra unos rasgos esenciales de esta misma consciencia.

 

Jesús nos invita a la paciencia, a la apertura y a la espera: “Todavía tengo muchas cosas que decirles, pero ustedes no las pueden comprender ahora” (16, 12).

Como decía el buñuelito del 3 de junio citando a Evelyn Underhill: “No te esfuerces por más luz de la que ya tienes; solo espera en quietud”.

No podemos soportar más luz y más comprensión de la que se nos otorga en el presente. Para recibir más luz tenemos que abrirnos y ser pacientes.

 

En segundo lugar, Jesús vive en conexión y comunión con el Espíritu y percibe una relación directa entre el Espíritu y la verdad.

El Espíritu nos guía a la verdad y a la verdad plena. Es el Espíritu que nos guía… no nuestra mente y nuestras definiciones.

El Espíritu se manifiesta y revela en la realidad y como realidad. La atención y la aceptación de la realidad es el camino hacia la verdad.

Este mismo Espíritu, oculta y revela la divinidad, – es la fuente escondida de San Juan de la Cruz – según nuestro propio camino, según nuestra capacidad de recepción, tanto a nivel individual como colectivo.

El Espíritu va quebrando continuamente la arrogante pretensión de haber atrapado la verdad.

Tu angustia, tu molestia, tu confusión, a menudo son signos de este quiebre que el Espíritu hace, para llevarte más en profundidad.

 

¿Cómo una mente humana limitada puede abarcar la Verdad?

¿Cómo el lenguaje humano – tan limitado, condicionado y sujeto a interpretación – puede definir lo que se escapa a toda definición?

 

Por último Jesús nos muestra una consciencia en comunión con la divinidad y con la realidad: todo es una dar y recibir, todo surge de la Fuente Única, todo brota continuamente del Fondo Amoroso de lo Real.

 

Queremos entrar en tu experiencia, ¡Oh, Maestro!

De vez en cuando, la bruma nos invade y nos confunde,

nuestra mente arrogante se pierde en la niebla del ego

y de la búsqueda de seguridad.

 

Queremos ver como tú, Jesús.

Queremos tu mirada atenta, compasiva y enamorada.

Si: ¡Estamos enamorados de tus ojos!

 

Queremos salir de los miedos que nos atrapan,

y confiar en el Fondo de lo Real.

Queremos tener tu percepción y tu apertura

y vivir danzando al ritmo de la Vida.

 

Queremos un solo latido,

queremos vivir al ritmo del latido de tu Corazón.

Queremos aprender a descubrir la Presencia del Amor,

en todo y en todos.

 

Tu aliento y tu belleza disuelve la bruma

y amanece otra luz, que todo lo fecunda.

Un profundo silencio todo lo cubre

y una eterna sonrisa nos abraza con ternura.

 

 

 

 

 


 

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