El evangelio, en muchos casos, nos abre una ventana sobre la experiencia íntima de Jesús. Podemos percibir el corazón abierto del maestro intentando compartir su experiencia de Dios y su visión.
Estamos llamados a entrar en su experiencia, a participar de su consciencia. Hay que soltar el control para entrar, hay que confiar.
El texto de hoy nos muestra unos rasgos esenciales de esta misma consciencia.
Jesús nos invita a la paciencia, a la apertura y a la espera: “Todavía tengo muchas cosas que decirles, pero ustedes no las pueden comprender ahora” (16, 12).
Como decía el buñuelito del 3 de junio citando a Evelyn Underhill: “No te esfuerces por más luz de la que ya tienes; solo espera en quietud”.
No podemos soportar más luz y más comprensión de la que se nos otorga en el presente. Para recibir más luz tenemos que abrirnos y ser pacientes.
En segundo lugar, Jesús vive en conexión y comunión con el Espíritu y percibe una relación directa entre el Espíritu y la verdad.
El Espíritu nos guía a la verdad y a la verdad plena. Es el Espíritu que nos guía… no nuestra mente y nuestras definiciones.
El Espíritu se manifiesta y revela en la realidad y como realidad. La atención y la aceptación de la realidad es el camino hacia la verdad.
Este mismo Espíritu, oculta y revela la divinidad, – es la fuente escondida de San Juan de la Cruz – según nuestro propio camino, según nuestra capacidad de recepción, tanto a nivel individual como colectivo.
El Espíritu va quebrando continuamente la arrogante pretensión de haber atrapado la verdad.
Tu angustia, tu molestia, tu confusión, a menudo son signos de este quiebre que el Espíritu hace, para llevarte más en profundidad.
¿Cómo una mente humana limitada puede abarcar la Verdad?
¿Cómo el lenguaje humano – tan limitado, condicionado y sujeto a interpretación – puede definir lo que se escapa a toda definición?
Por último Jesús nos muestra una consciencia en comunión con la divinidad y con la realidad: todo es una dar y recibir, todo surge de la Fuente Única, todo brota continuamente del Fondo Amoroso de lo Real.
Queremos entrar en tu experiencia, ¡Oh, Maestro!
De vez en cuando, la bruma nos invade y nos confunde,
nuestra mente arrogante se pierde en la niebla del ego
y de la búsqueda de seguridad.
Queremos ver como tú, Jesús.
Queremos tu mirada atenta, compasiva y enamorada.
Si: ¡Estamos enamorados de tus ojos!
Queremos salir de los miedos que nos atrapan,
y confiar en el Fondo de lo Real.
Queremos tener tu percepción y tu apertura
y vivir danzando al ritmo de la Vida.
Queremos un solo latido,
queremos vivir al ritmo del latido de tu Corazón.
Queremos aprender a descubrir la Presencia del Amor,
en todo y en todos.
Tu aliento y tu belleza disuelve la bruma
y amanece otra luz, que todo lo fecunda.
Un profundo silencio todo lo cubre
y una eterna sonrisa nos abraza con ternura.
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