Señor Maduro,
aunque es muy probable que no lea esta carta,
igual le escribo. Es una manera de llevar a Venezuela en el corazón y rezar por
todo el pueblo venezolano. Además todo está interconectado como usted sabrá y
por eso nada que se haga desde el amor se pierde.
Por último mi escribir es una manera de
exteriorizar el dolor que me provoca la situación de su hermoso país.
Señor Maduro: no me atrevo a llamarle
“presidente”. No es una falta de respeto, es fidelidad a mi conciencia. Un
presidente “preside” una comunidad o un grupo: está a servicio del bien común y
del desarrollo de cada individuo. Usted hace tiempo dejó de presidir. Muchos le
dicen “dictador” y por lo que veo y oigo es un adjetivo bien puesto.
En realidad desde los tiempos de su finado
predecesor mi escaso olfato político iba detectando olor a dictadura.
No me defina “terrorista de derecha” como
acostumbra a etiquetar a los que no comparten su ideología.
Soy un simple sacerdote misionero. Me intereso de
política porque me interesa el ser humano. En realidad todo me interesa porque
en todo descubro rasgos y rastros de la Vida o de Dios, como usted prefiera.
Hace poco publicó fotos de su Primera Comunión:
algo de catequesis habrá hecho. No dio mucho fruto al parecer.
Me interesa cada ser viviente y respiro para que
mi entorno viva feliz, con dignidad y alegría.
Creo que la misión de los políticos y los
gobernantes tenga mucho que ver con el sacerdocio: ser buenos pastores.
Hace tiempo que usted dejó de ser buen pastor. Un
buen pastor da la vida por el pueblo: usted la está quitando, de mil maneras.
¿Qué le pasó señor Maduro? ¿Puede usted dormir por
las noches?
No es fácil entenderle. No es fácil entender a los
dictadores.
A mi parecer los posibles caminos de compresión
son esencialmente dos: enfermedad o cinismo. En el fondo estamos en los mismo
porque el cinismo es también enfermedad.
Cuando usted en nombre de una ideología reprime,
destruye y mata, algún trastorno mental debe haber. Sería aconsejable ir a
consultar un psiquiatra o un psicólogo de su confianza. No es un signo de debilidad,
es un signo de fortaleza y humildad. Yo fui también y me ayudó a crecer.
Anímese.
Es muy probable que la casi totalidad de los
psicólogos del mundo le detecten una falta brutal de autoestima. Quizás su
infancia no fue muy feliz. Usted no se quiere señor Maduro y busca tapar esta
terrible sensación de vacío con el poder. Se puede sanar la autoestima, se
puede aprender a respetarse y quererse. En el fondo, muy en el fondo, usted es
una obra de arte, como cada ser humano: para sanar tiene que descubrirlo.
Pasamos al cinismo, la cara más terrible del
fanatismo. Usted se define socialista y revolucionario. Simón Bolívar que usted
tanto cita se estará dando vuelta en la tumba al ver su actuar. Cada tanto me
hago daño (también tengo que crecer en la autoestima) y miro algunos de sus
discursos y video en twitter. Sinceramente me revuelven el estomago.
No sé si se da cuenta de la hipocresía que trasuda
cada una de sus palabras. Si no se da cuenta su enfermedad es realmente muy
grave. Si se da cuenta su cinismo es terrible.
También puede consolarse: no está usted solo. La
historia nos regaló y nos regala cada tanto dictadores de su estatus. Le nombro
al pasar al dictador de Corea del norte: esta carta podría dirigirse a él solo
cambiando el apellido del destinatario.
Usted sigue repitiendo y nombrando el socialismo,
el pueblo, la revolución. Me intriga descubrir la conexión que hay entre los
dictadores comunistas y la hipocresía. Me atrevo a decir que todos los
dictadores comunistas y su entorno llevaban una doble vida y una doble moral:
una vez derrocados se le descubrieron fortunas insospechadas para cualquier
sucio capitalista. No me sorprendería que una vez derrocado le descubran
también a usted gordas cuentas bancarias en algún banco cómplice. Fruto de la
corrupción y del narcotráfico por supuesto. Sí, lamento decirle que lo van a
derrocar. Una vez que la chispa de la libertad y la dignidad se despierta nada
la detiene. Apúrese al trabajo interior: le queda poco.
¿Qué es lo que no funciona dejando un momento de
lado su trastorno mental?
Sencillo: la ideología y la creencia que su manera
de interpretar la ideología es la única y la mejor.
Las ideologías no llevan por buen camino. Si señor
Maduro. La ideología es un cáncer mental que destruye y mata por autodefenderse
e imponerse. La vida, la vida real y concreta, no es ideología. A su gente no
le interesa la ideología socialista: le interesa comer y vivir en paz.
La igualdad y la libertad no hay que teorizarlas:
se viven antes que nada y, en cualquier caso, se teorizan después. El precio
del fanatismo ideológico es engendrar situaciones opuestas a lo que se predica:
como está sucediendo en su país. Usted es esclavo de su misma ideología. Y peor
aún: está convencido que su manera de interpretar el socialismo es la única y
mejor. Terrible ceguera. Si el socialismo propone igualdad de oportunidades y
pensamientos ¿porque no deja que todos opinen y que se vote libremente?
Le aseguro que el presidente Trump no me pagó para
escribir esta carta. No comparto tampoco la ideología capitalista. No comparto
ninguna ideología. Tampoco la evangélica: haber hecho del evangelio una
ideología ha llevado a la iglesia y a los cristianos a terribles incoherencias.
En nombre del Dios del amor hemos también matado y condenado.
Jesús no fue ideólogo, tampoco Buda. Ningún sabio
fue ideólogo. Jesús fue hombre real y concreto, enamorado de la vida, de cada
ser humano, del rostro de niños y mujeres. Hombre enamorado y cercano a los pobres
y a los que sufren.
Enamórese señor Maduro. Se lo ruego. De usted
mismo antes que nada. De su pueblo después.
Solo el amor es la solución. Solo el amor
devolverá paz a su corazón y a su pueblo.
Con respeto, P. Stefano Cartabia OMI
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