sábado, 13 de agosto de 2022

Lucas 12, 49-53


 

El texto de hoy nos puede sorprender o asustar: ¡Jesús nos dice que vino a traer la división!

¿Cómo comprender el texto?

Muy probablemente es un texto que no refleja palabras históricas de Jesús. El evangelista escribe cuando en su comunidad ya están aconteciendo divisiones a causa de la adhesión a Jesús y a su mensaje. Son palabras de Lucas que intenta dar un fundamento evangélico a las divisiones y las incomprensiones que viven los primeros cristianos.

Como si dijera: “¡No se preocupen si hay conflictos en la comunidad o con sus familias… Jesús lo había advertido!”.

De todas formas el mensaje es muy interesante y nos invita a reflexionar:

¿Por qué existen conflictos y divisiones?

¿Cómo se conquista la paz?

Podemos traer a la memoria otra frase sorprendente de Jesús: “Desde la época de Juan Bautista hasta ahora, el Reino de los Cielos es combatido violentamente, y los violentos intentan arrebatarlo” (Mt 11, 12).

Parece ser que conflictos, divisiones y violencia acompañan la trayectoria del ser humano y la historia de la humanidad desde siempre y en todos los niveles. Actualmente seguimos viviendo en una sociedad a menudo violenta y la tentación de la división recorre las venas de la política y de las instituciones civiles y religiosas.

 

La paz que Jesús vino a traernos y que todos anhelamos, no es la paz del mundo. Él mismo lo dijo: “Les dejo la paz, les doy mi paz, pero no como la da el mundo” (Juan 14, 27).

La paz verdadera es una conquista y una conquista que tiene que ver, antes que nada, con uno mismo. Es la paz que surge del enfrentarse con uno mismo, con nuestra propia sombra, con nuestras heridas y nuestros miedos. A menudo es un verdadero combate que requiere valentía, fortaleza, paciencia, sudor y sangre.

El mundo no tiene paz porque son muy pocos todavía, los que se atreven a este combate en las profundidades del alma.

Jesús vivió este combate en la tentaciones del desierto y el Buda cuando se sentó por varios días debajo del árbol bodhi – una higuera – hasta alcanzar la iluminación.  

La paz mundial surgirá como fruto maduro de una paz individual conquistada al filo de la espada.

 

Paz y fuego, fuego y paz. Los dos son necesarios y los dos expresan la misma realidad desde una perspectiva distinta.

El texto se abre con una poderosa frase de Jesús: “Yo he venido a traer fuego sobre la tierra, ¡y cómo desearía que ya estuviera ardiendo!”.

No podemos saber con certeza si fueron palabras exactas de Jesús, pero poco importa, ya que esta fue la experiencia del evangelista, que así nos lo transmite.

Jesús vino a traer fuego, a ser fuego.

La imagen del fuego es hermosa y muy potente.

Sin duda Jesús conocía la sentencia del libro del Deuteronomio: “Porque el Señor, tu Dios, es un fuego devorador, un Dios celoso” (4, 24).

El fuego arde, el fuego ilumina, el fuego calienta, el fuego consume.

En la experiencia de Jesús y de todos los místicos: la divinidad es este fuego de amor ardiente, luminoso e incontenible.

Jesús vino a traer fuego, vino a traer esta experiencia transformadora del Misterio.

El fuego todo lo transforma en sí mismo: tal vez esta sea la clave.

Para comprender mejor les comparto un hermoso cuento:

 

Tres mariposas estaban delante de la llama de una vela. La primera se acercó y dijo: «conozco el amor»; la segunda rozó la llama con sus alas y dijo «yo sé cómo quema el fuego del amor»; la tercera se lanzó al centro de la llama y ardió. Sólo ella sabe lo que es el amor.

En el camino espiritual la primera mariposa simboliza una religiosidad exterior, mental y catequética, que no se involucra plenamente. La segunda simboliza un acercamiento más completo, donde va entrando nuestra afectividad y un compromiso más integral. La tercera simboliza la verdadera experiencia – eso es la mística –, donde nuestro “yo” es absorbido por la divinidad.

 

¡Seamos esa tercera mariposa!

Solo lanzándonos con todo nuestro ser en el fuego del Amor, sabremos en verdad lo que es Dios. Será un conocimiento por experiencia directa y, por eso, real y transformador.

Este es el camino de la mística y de los místicos.

Yo quiero este conocimiento, este fuego. Vivo para eso, predico eso, anhelo eso. No tengo otra cosa que hacer o decir.

Ayudémonos. Acompañémonos. Lancémonos juntos en el fuego del Amor.

Gracias!

 

 

 

 

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