El texto de hoy nos introduce en una
actitud fundamental para el camino hacia el despertar espiritual. Es una de las
actitudes centrales de Jesús: el agradecimiento.
“Te
alabo, Padre”: Jesús vive desde un corazón agradecido y por eso puede
alabar.
Hay esencialmente dos posturas que
podemos tomar frente a la realidad: penetrarla para poseerla o dejarse penetrar
para agradecerla.
Cuando hablamos de “realidad” hablamos
sencilla y profundamente de lo que es:
nuestra experiencia del mundo y de nuestra interioridad. Lo que vemos, tocamos,
oímos y lo que sentimos a nivel de pensamientos, sentimientos, emociones. Lo
real es lo que hay: aquí y ahora. Nada más y nada menos.
La primera actitud es – esencialmente –
la actitud racionalista que nos acompaña desde siglos: la creencia que el ser
humano se reduce a racionalidad nos lleva a querer comprender la realidad para
poseerla y disponer de ella a nuestro antojo. Es la actitud que generalmente
guió a la ciencia moderna. Todo esto por supuesto dio y da sus frutos pero no
aporta sabiduría: aporta información. Otra cosa bien distinta.
Como distintos son saber y sabor. El sabor
“sabe” por experiencia, no por conocimiento racional.
El saber no corresponde por sí solo a la
sabiduría. Puede ser o no camino hacia la sabiduría. Hay profesores
universitarios que saben mucho y no son sabios y hay ancianos analfabetos que
saben poco y son muy sabios.
El conocimiento humano – especialmente
el científico y tecnológico – dio grandes pasos y consiguió grandes logros. A
pesar de eso siguen habiendo guerras, pobres, opresos y opresores. Algo no
funciona.
Necesitamos sabiduría más que
información. Sabiduría que nos proporciona la segunda actitud.
Esta es la verdadera actitud sabia: recibimos
la realidad como un regalo y nos dejamos empapar por ella. Abiertos, atentos y
agradecidos nos dejamos penetrar por lo real. Es justamente la actitud humilde
de Jesús que el evangelio de hoy nos presenta.
La realidad es siempre Regalo y Misterio que supera enormemente nuestra capacidad de comprensión.
Solo una actitud respetuosa y agradecida puede vislumbrar ese mismo Misterio.
El agradecimiento va de la mano de la atención: solo estando atentos nos damos
cuenta del regalo que nos supera y solo una actitud agradecida nos invita a
estar cada vez más atentos.
Si priorizamos esta actitud receptiva y
agradecida podremos también vivir – cuando las circunstancias lo exigen – el
aspecto más activo de nuestra existencia y aprovechar de nuestra capacidad
racional para cocrear la realidad.
Esta actitud receptiva la descubrimos
particularmente en las mujeres: su cuerpo y su psique expresan maravillosamente
el Misterio receptivo y agradecido de lo real.
La sociedad occidental que por siglos
priorizó lo masculino está llamada a un viraje hacia lo femenino.
Así también la iglesia haría bien en
releer los evangelios sin la estrechez mental que consideraba lo masculino como
más importante.
Estoy convencido que este viraje hacia
lo femenino aportará frescura y novedad.
No acaso Jesús abrió las puertas de par
en par a las mujeres y esta apertura de Jesús hacia las mujeres en una sociedad
profundamente machista fue – a decir poco – escandalosa.
La realidad nos puede fecundar. Nos
quiere fecundar. Lo que nombramos “Dios”
es exquisita fecundidad.
Solo podremos ser fecundos desde una
actitud abierta y agradecida.
Empecemos uniendo nuestra manos de vez
en cuando agradeciendo. Sobre todo cuando la mente quisiera rechazar lo que
ocurre, es decir, lo real aquí y ahora.
Respiro y agradezco. Agradezco y
respiro. Serás fecundo, te lo aseguro.
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