domingo, 9 de julio de 2017

Mateo 11, 25-30


El texto de hoy nos introduce en una actitud fundamental para el camino hacia el despertar espiritual. Es una de las actitudes centrales de Jesús: el agradecimiento.
Te alabo, Padre”: Jesús vive desde un corazón agradecido y por eso puede alabar.

Hay esencialmente dos posturas que podemos tomar frente a la realidad: penetrarla para poseerla o dejarse penetrar para agradecerla.
Cuando hablamos de “realidad” hablamos sencilla y profundamente de lo que es: nuestra experiencia del mundo y de nuestra interioridad. Lo que vemos, tocamos, oímos y lo que sentimos a nivel de pensamientos, sentimientos, emociones. Lo real es lo que hay: aquí y ahora. Nada más y nada menos.

La primera actitud es – esencialmente – la actitud racionalista que nos acompaña desde siglos: la creencia que el ser humano se reduce a racionalidad nos lleva a querer comprender la realidad para poseerla y disponer de ella a nuestro antojo. Es la actitud que generalmente guió a la ciencia moderna. Todo esto por supuesto dio y da sus frutos pero no aporta sabiduría: aporta información. Otra cosa bien distinta.
Como distintos son saber y sabor. El sabor “sabe” por experiencia, no por conocimiento racional.
El saber no corresponde por sí solo a la sabiduría. Puede ser o no camino hacia la sabiduría. Hay profesores universitarios que saben mucho y no son sabios y hay ancianos analfabetos que saben poco y son muy sabios.
El conocimiento humano – especialmente el científico y tecnológico – dio grandes pasos y consiguió grandes logros. A pesar de eso siguen habiendo guerras, pobres, opresos y opresores. Algo no funciona.
Necesitamos sabiduría más que información. Sabiduría que nos proporciona la segunda actitud.

Esta es la verdadera actitud sabia: recibimos la realidad como un regalo y nos dejamos empapar por ella. Abiertos, atentos y agradecidos nos dejamos penetrar por lo real. Es justamente la actitud humilde de Jesús que el evangelio de hoy nos presenta.
La realidad es siempre Regalo y Misterio que supera enormemente nuestra capacidad de comprensión. Solo una actitud respetuosa y agradecida puede vislumbrar ese mismo Misterio.
El agradecimiento va de la mano de la atención: solo estando atentos nos damos cuenta del regalo que nos supera y solo una actitud agradecida nos invita a estar cada vez más atentos.
Si priorizamos esta actitud receptiva y agradecida podremos también vivir – cuando las circunstancias lo exigen – el aspecto más activo de nuestra existencia y aprovechar de nuestra capacidad racional para cocrear la realidad.

Esta actitud receptiva la descubrimos particularmente en las mujeres: su cuerpo y su psique expresan maravillosamente el Misterio receptivo y agradecido de lo real.
La sociedad occidental que por siglos priorizó lo masculino está llamada a un viraje hacia lo femenino.
Así también la iglesia haría bien en releer los evangelios sin la estrechez mental que consideraba lo masculino como más importante.
Estoy convencido que este viraje hacia lo femenino aportará frescura y novedad.
No acaso Jesús abrió las puertas de par en par a las mujeres y esta apertura de Jesús hacia las mujeres en una sociedad profundamente machista fue – a decir poco – escandalosa.

La realidad nos puede fecundar. Nos quiere fecundar. Lo que nombramos “Dios” es exquisita fecundidad.
Solo podremos ser fecundos desde una actitud abierta y agradecida.
Empecemos uniendo nuestra manos de vez en cuando agradeciendo. Sobre todo cuando la mente quisiera rechazar lo que ocurre, es decir, lo real aquí y ahora.

Respiro y agradezco. Agradezco y respiro. Serás fecundo, te lo aseguro.



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