domingo, 25 de junio de 2017

Mateo 10, 26-33




El texto de este domingo lo podemos resumir en una palabra. Hermosa palabra, maravillosa realidad: confianza. “Confianza” que puede sintetizar tranquilamente todo el evangelio.
Resuena a lo largo del evangelio la apremiante invitación del Maestro: “¡No tengan miedo!”.
El texto de hoy nos muestra la raíz de esta confianza: la Vida. Dios es Vida, todo vive. Nada ocurre afuera del Dios de la Vida: “ni uno solo de ellos cae en tierra, sin el consentimiento del Padre que está en el cielo” (Mt 10, 29).
Por eso la confianza: siempre es la misma y única Vida que se manifiesta en infinitas formas. Todo lo que ocurre es lo que tiene que ocurrir. Todo es perfecto.

Sin duda en muchos surgirán las preguntas del millón: ¿y la libertad? ¿Entonces no somos libres?

Preguntas normales y hasta necesarias. Pero preguntas que nacen del ego. El ego – la mente no observada – no puede ni entender ni vivir la paradoja de la libertad y la confianza.
Lo hemos dicho varias veces y lo repetimos: la paradoja está en el centro de nuestro existir. Fingir que no existe o intentar explicarla racionalmente lleva a la confusión y la angustia. La paradoja existencial simple y maravillosamente se vive: con confianza. La confianza disuelve la paradoja.
El ego entonces no puede responder a la pregunta sobre la libertad.

¿Quién responde?
Responde el silencio. Por eso es tan necesario y por eso no lo vivimos lo suficiente: el ego vive del miedo y de seguridades y no acepta no tener respuestas.
Desde un nivel de conciencia no-dual o místico vislumbramos una respuesta.
¿Somos libres? Si y no. Mejor dicho: o totalmente libres o para nada libres. Ya volvemos sobre esto. Seguimos profundizando desde el silencio.
Lo que llamamos “yo” en realidad no existe: es una ficción. Es creación de la psique que se crea una identidad ilusoria para defenderse y autoafirmarse. La ciencia anduvo en búsqueda de este famoso “yo” y no encontró nada.
Si el “yo” es una ilusión es claro que no somos libres. La neurociencia está demostrando que las decisiones que tomamos tienen solo una apariencia de libertad. En realidad nuestro cerebro ya ha decidido milésimas de segundo antes de que seamos conscientes de la decisión a tomar. Cuando te parece estar decidiendo, en realidad tu cerebro a través del inconsciente, ya ha decidido. Tu “decisión” es aparente, como tu libertad.
Sin dudas muchos (muchos egos en realidad) no estarán de acuerdo y se resisten a todo eso. Lo sé: pasé por eso. Es normal: el ego no puede aceptarlo. Por eso: silencio.

¿Entonces? ¿Dónde ubicamos la libertad?
La libertad no es y no puede ser conquista de un “yo” ilusorio y finito. La auténtica libertad se encuentra en la confianza: alinearse con la vida. En otras palabras: volverse Uno con la Vida así como se está manifestando en este momento. Entonces viviremos la misma experiencia de Jesús que se nos relata en el texto evangélico de hoy.
Desaparecerá la sensación de un “yo” separado y nos percibiremos desde nuestra identidad común: uno con la Vida. Siendo Uno con la Vida seremos libertad. No seremos solamente “libres”: seremos libertad. Y seremos libertad porque lo seremos todo.
Como dijo el sabio hindú Nisargadatta: “El amor dice: yo soy todo. La sabiduría dice: Yo soy nada”. Entre ambos fluye mi vida.
Fluiremos con el fluir mismo de la Vida. Seremos lo que siempre fuimos pero conscientes de ello: la totalidad de la Vida expresándose en una existencia individual sin por eso dejar de ser la totalidad. Todo lo viviremos a partir de ahí y las experiencias del “yo” se relativizarán y armonizarán.
Todo esto el famoso “yo” no puede entenderlo y lo seguirá negando. Tranquilos. Tengan paciencia con su ego y con su mente. Acepten lo que son, obsérvelos.

Por eso la única vía es el silencio.
El silencio es profundamente libre y universal. En él cabe todo y todo se disuelve: y él queda. Estable. Eterno. Infinito. Entero. Creador perenne de posibilidades. Perfectamente libre porque perfectamente vacío.
Confianza y silencio: las dos llaves que abren la puerta de la comprensión y la experiencia.




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