“Tengo
horror de todas las verdades absolutas, de sus aplicaciones totales, de sus
supuestos detentores de todas razas. Tomen una verdad, llévenla con cuidado a
la altura humana, miren a quien golpea, a quien mata, lo que ahorra, lo que
elimina, huélanla mucho, asegúrense que no hieda a cadáver, pruébenla
manteniéndola un poco sobre la lengua, pero estén prontos a escupirla
inmediatamente.
El
hombre libre es esto: el derecho de escupir.”
Albert Camus
Desde Italia vuelvo a publicar en
nuestro blog: una flauta no puede quedar mucho tiempo sin uso. Se oxidaría. Así
un escritor o un poeta.
La llaman “vacaciones”: en realidad es
un cambio de aire, un cambio de lugar físico. La realidad es que estamos
siempre en casa ya que nuestra casa es el momento presente y la vida no conoce
vacaciones: la vida es vida. Simplemente tiene sus ritmos y melodías distintas.
Los humanos inventamos “vacaciones” porque no sabemos vivir.
En fin: sigo atento a la vida.
Asombrado, enamorado y agradecido.
Y la vida me puso delante este texto de
Albert Camus que voy a comentar brevemente. Ya citamos a Camus en nuestro blog:
novelista francés nacido en Argelia (1913-1960). Un ser humano auténtico,
libre, atento al sufrimiento de la humanidad.
Camus nos invita a evaluar nuestras
supuestas verdades justamente con la vida. Lo que Camus llama “verdades
absolutas” son las famosas creencias.
Verdades absolutas o creencias
establecen la terrible conexión entre pensamiento y verdad: otorgamos a un
pensamiento, una opinión o una idea el estatus de verdad. Desde ahí toda
aberración es posible como demuestra y está demostrando la historia de la
humanidad.
Como dice André Maurois: “Solo hay una verdad absoluta: que la verdad
es relativa”.
Las creencias afectan a todo ser humano.
Es difícil liberarse de las creencias, porque ellas construyen nuestra realidad
y con ella nuestro sentido de identidad. Como afirma Richard Bandler: “Tus creencias no están hechas de realidades.
Es tu realidad que está hecha de creencias.”
Tal vez el primer paso es observarlas y
reconocerlas.
La Verdad que tanto los humanos buscamos
y por la cual estamos dispuestos a matar y generar el sufrimiento del otro es inaprensible e indecible.
¿Cómo podemos ser tan arrogantes de
afirmar que un pensamiento o una opinión que surge de una mente humana limitada
y condicionada puede ser una verdad absoluta, valida para todos y para siempre?
Las creencias pueden servirnos como pistas
y orientación en la vida. A veces las necesitamos para movernos en el mundo.
Las creencias son validas y oportunas
cuando surgen desde nuestro ser esencial. Ser esencial que está más allá de la
mente.
La prueba de su conexión con el ser esencial es bastante simple. La podemos evaluar
con tres criterios:
1)
Alegría
y paz. Una creencia que surge desde el ser siempre generará
alegría y paz en uno mismo y en su entorno.
2)
Amor.
Una creencia que surge desde el ser siempre generará un crecimiento en el amor.
Hacia uno mismo y hacia los demás.
3) Respeto radical del otro.
Una creencia que surge desde el ser siempre respetará las creencias del otro. Y
siempre aceptará al otro a pesar de
rechazar sus creencias.
Resumiendo: las creencias que surgen desde nuestro ser esencial me
hacen más humano y humanizan a mi entorno.
Cuando esto no se da tengo el derecho de escupir: mis propias
creencias y las de los demás.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario