sábado, 25 de septiembre de 2021

Marcos 9, 38-48

 


Nuestra época se caracteriza por el pluralismo. Es uno de los rasgos más evidentes de la globalización y de la evolución de la conciencia.

El pluralismo viene a indicar la convivencia “interior” y “exterior” de diferentes posturas, tanto a nivel religioso, como político, social y económico.

El pluralismo revela la enorme riqueza del Universo y del alma humana. Es una bellísima posibilidad de crecimiento que encierra dos peligros, cuando vamos a los extremos. Por un lado el relativismo y por el otro el fanatismo o absolutismo.

El camino del medio parece ser siempre el más sabio.

El texto de hoy nos aporta, al respecto, una importante luz.

 

Juan se queja porque algunos que echan demonios en nombre de Jesús “no son de los nuestros”.

¿Quiénes son “los nuestros”?

¿Qué significa ser “de los nuestros”?

Jesús intenta ampliar el horizonte con una frase enigmática que se asemeja mucho a un koan zen, el acertijo con el cual los maestros intentan quebrar la lógica racional de sus discípulos.

Jesús dice así: “el que no está contra nosotros, está con nosotros” (9, 40).

Es algo mucho más profundo de lo que a primera vista, pueda parecer.

Hay que mirar más en profundidad sugiere Jesús; hay algo más que “los nuestros” y “los de ustedes”, lo en “contra” y lo “a favor”.

Jesús invita a descubrir la Unicidad que nos habita y que está a la raíz de toda la existencia.

¿No somos todos seres humanos participando de la misma humanidad y la misma vida?

¿No participa todo de la misma y única Vida?

“Nuestro”, “vuestro”, “contra”, “favor” son categorías duales y secundarias que desconectadas de la Fuente simplemente engendran conflictos e incomprensiones.

En cambio, cuando vivimos estas dualidades y toda aparente distinción desde lo Uno, todo se convierte en posibilidad, armonía, belleza, agradecimiento.

En muchos casos sigue vigente y operante en la iglesia y en las religiones en general, esta tendencia a separar y a absolutizar la propia postura y a desmerecer a los demás. Es la fatal creencia de “poseer la verdad”.

Todos los que “echan demonios en nombre de Jesús” están actuando desde la Vida Una y el Amor Uno, desde la Fuente. Cualquier persona o institución que trabaja para la liberación del ser humano y para su humanización está con Jesús, “es Jesús”, sin duda.

La iglesia, en muchos casos, sigue mirándose al ombligo y anunciándose a sí misma, en lugar de alegrarse de los caminos distintos que liberan y sanan al hombre.

Desde una postura rígidamente doctrinal y dogmática se critican a las religiones, al yoga, el reiki, a las distintas terapias alternativas, solo para poner unos ejemplos. Y a menudo, sin un conocimiento profundo.

¿El yoga no libera y sana al hombre?

La experiencia de miles de personas nos dice que si; y miles de personas de distintas culturas y creencias, hay que subrayarlo.

¿Cuál es el problema entonces?

Si el yoga libera y sana al hombre está haciendo – desde su perspectiva particular – lo que Jesús hacía.

Obviamente hay que tener discernimiento, ya que la vida y las situaciones son complejas y multifactoriales.

 

Parece que tenemos que ampliar y ajustar el sentido de la salvación y lo que entendemos por ella.

No podemos reducir la salvación a una profesión exterior de fe o un asentimiento racional a una supuesta verdad. Tampoco es salvación algo simplemente futuro.

Jesús vino a revelarnos que es posible vivir como salvados, como resucitados y a eso también apuntan todas las tradiciones espirituales.

Desde el cristianismo: ¿No consistirá la salvación en acercarse cada día más a Jesús para vivir como él?

Este acercamiento nos capacita para ser más receptivos al amor y para amar más, nos convierte en amor.

¿Y el amor no es la plenitud de la salvación?

El camino del budista o del ateo va por el mismo rumbo.

La Vida – y el Misterio divino que se oculta en ella y detrás de ella – nos lleva al aprendizaje constante del amor, hasta que solo quede amor.

En la “plenitud del Amor” – podría ser una buena “definición” de Dios – ya no existen “los nuestros”.

Como decía San Pablo: “Todo es de ustedes, pero ustedes son de Cristo y Cristo es de Dios” (1 Cor 3, 22- 23).

El amor nos hace más humanos, más dignos. El amor nos salva, el amor es la salvación.

Lo entendió perfectamente el monje budista Thich Nath Hanh cuando dijo: “Si tuviera que elegir entre el budismo y la paz, elegiría la paz”.

Porque la paz es el verdadero budismo vivido.

Esto lo asumo plenamente diciendo: “si tuviera que elegir entre el cristianismo y la paz, elegiría la paz.

Porque la paz es el verdadero cristianismo vivido.

Todas las religiones y tradiciones espirituales son caminos, no fines en sí mismas. Son perspectivas únicas, maravillosas y divinas que apuntan a la plenitud del ser humano.

Son caminos para transformarnos en el amor y la paz que, como regalo divino, ya nos habitan.

 

 

 

 

 

 

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