Estos días pasados fueron muy intensos: muchas
visitas, muchos encuentros. Muchas charlas y mucho compartir. Me descubrí
varias veces asombrado: asombrado de la bondad natural del ser humano. Tantos
gestos pequeños y grandes de generosidad, lindas sonrisas, tiernos abrazos.
Mensajes, palabras, gestos concretos.
Pude captar y percibir la bondad innata del ser
humano. Bondad esencial que siempre asume rostros concretos, según la historia
y el caminar de cada cual. Rostros y nombres, manos y corazones. Estoy
asombrado por la bondad que se expresa a través de estos rostros, estos
nombres, estas manos y estos corazones. Agradezco a la Vida, a Dios, al Amor:
cada cual puedo nombrar como quiera. Y agradezco estos rostros concretos y
fraternos. Rostros que se dejaron transparentar por esa bondad innata. Rostros
de hermanos, rostros de amigos, rostros amantes y amados.
El budismo sabe todo esto y en el camino
espiritual apunta justamente a descubrir esta bondad innata que llama “autentica naturaleza”.
Los cristianos descubrimos esta bondad innata en
el Cristo interior: la luz que Jesús
de Nazaret nos reveló y nos dejó. Podemos llamarla también Espíritu Santo y la
vemos reflejada en el misterio de María Inmaculada.
El misterio de María Inmaculada expresa que todos
somos inmaculados. Todo en el fondo es inmaculado. Hay un lugar en el centro de
cada ser y de cada cosa que es inmaculado: es nuestra esencia, nuestra raíz,
nuestra “autentica naturaleza”, nuestro hogar. Es el lugar más íntimo, más
sagrado. Lugar donde el mal y el egoísmo humano no tienen acceso. Siempre está
a salvo.
Es importante volver a subrayarlo cuando somos
testigos de tanta violencia, egoísmo, ceguera. Especialmente la ceguera absurda
de tantos políticos, gobernantes y empresarios que desconociendo esta bondad
innata buscan la felicidad en el poder, la fama, el dinero. Sin resultado
obviamente. Opresores hipócritas tan ciegos que ni saben que lo son. Tan ciegos
que no logran ver que la bendita muerte lo vendrá a buscar también a ellos.
Ciegos que generan sufrimiento. Terrible sufrimiento inocente.
La paz no empieza por la ceguera, empieza por la
visión.
La paz verdadera y autentica empieza ahora.
Empieza aquí. Empieza por vos. Empieza por ese lugar sagrado e inmaculado.
Lugar donde el Amor te respira, te engendra, te sostiene.
Lugar que te define más allá de toda definición.
Descubrirlo y vivir la vida desde este lugar es
tarea de todos. Tarea imprescindible y urgente. Es el auténtico camino
espiritual, el único camino que coincide con la meta.
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