El texto de hoy es una maravillosa catequesis
que Mateo regala a su comunidad y a nosotros hoy. No podemos leerlo en su
sentido literal como si Mateo nos contara un acontecimiento histórico. Si en
cambio nos acercamos al texto desde la intención del autor y desde el símbolo y
la metáfora el mismo texto adquiere una profundidad insospechada. Y alimenta
nuestro caminar.
El eje de la catequesis de Mateo lo podríamos formular con un par de preguntas: ¿confianza o miedo? ¿amor o miedo?
“Lo opuesto al amor es el miedo, no el
odio” sugiere Yoko Ono, la segunda esposa de John Lennon y artista japonesa.
Y el educador brasilero Paulo Freire
afirma también:
“El contrario del amor no es, como
muchas veces o casi siempre se piensa, el odio, sino el miedo de amar, y el
miedo de amar es miedo de ser libre”.
El evangelio parece ir en la misma línea.
La barca de los discípulos es sacudida
por olas y viento, así como nuestras existencias son sacudidas por temores,
miedos, dificultades: a menudo “fantasmas”.
La gran mayoría de nuestros miedos y
temores son infundados, imaginarios. Surgen justamente del miedo: el miedo
genera fantasmas y los fantasmas ahondan los miedos. Es un circulo vicioso del
cual es difícil salir. Hasta que nos instalamos en nuestra verdadera identidad:
el amor.
Amor y miedo no pueden coexistir. Es la
experiencia y el testimonio de los sabios de todos los tiempos y de todas las
tradiciones espirituales.
Sería conveniente escucharlos y confiar
en su experiencia.
Lo esencial entonces es conectar con nuestra identidad. Cuando Jesús aparece – continua Mateo su metáfora – todo vuelve a la calma. Calma y amor van de la mano. “Dios es calma”: para mi una de las “definiciones” más hermosas de la divinidad.
Jesús representa y revela nuestra más
honda identidad: lo que Jesús es todos lo somos. Hijos amados, expresiones
originales del único Amor.
En el fondo solo existe el Amor y tu
eres – cada uno es – una expresión exquisita y original de lo Uno y Único.
Cuando descubrimos y conectamos con
nuestra identidad eterna – el “Yo Soy” de Jesús – los miedos desaparecen, todo
vuelve a la calma, todo se armoniza.
¿Cuales son los caminos para este descubrimiento y esta conexión?
Mateo sigue dándonos pistas: la
confianza y el silencio.
Confianza y silencio nos llevan de la
mano hacia nuestro ser más profundo.
Jesús invita al asustado Pedro a
confiar. La fe es esencialmente confianza. La fe tiene poco o nada que ver con
creencias: asentir mentalmente a “verdades” a las cuales la razón no llega a
comprender. En el sentido más hondamente evangélico “fe es confiar”. Confío: la
vida es radicalmente buena. Todo está bien.
Como decía Santa Juliana de Norwich:
“todo está bien, todo estará bien y cada cosa estará bien”. O en una frase
atribuida a John Lennon: “todo al final estará bien, y si no está bien, no es
el final”.
Y Mateo nos advierte de una práctica
constante que Jesús hacía: “subió a la montaña para orar a solas. Y al
atardecer, todavía estaba allí, solo” (Mt 14, 23).
Soledad y silencio marcan la vida del
Maestro.
¿y la nuestra?
Termino
con un hermoso cuento:
- “¿Qué
es el amor?”, preguntó el discípulo.
- “La
ausencia total de miedo” dijo el maestro.
- “Y
qué es a lo que tenemos miedo?
- “Al
amor”, respondió el maestro.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario