Hoy la iglesia celebra el Misterio de la
Trinidad: Misterio central en la fe cristiana y Misterio que fue centro de
innumerables debates teológicos y filosóficos.
El filosofo alemán Immanuel Kant (1724-1804) escribía: “desde el punto de vista
práctico, la doctrina de la Trinidad es perfectamente inútil.”
Haríamos bien en escuchar con humildad
también estas criticas. En realidad si las doctrinas no surgen de la vida y no
expresan la vida, son perfectamente inútiles. En esto, el buen Kant, tenía
razón.
Los teólogos y el magisterio de la
iglesia gastaron ríos de tinta para intentar explicar y expresar que el
misterio trinitario es misterio de comunión, relación y amor… y todavía
seguimos muchas veces enfrascados en conflictos, juicios, condenas, envidias,
egoísmos, individualismos… adentro y afuera de la iglesia. Algo no funcionó.
Sin duda hay que reconocer y dar gracias
por las numerosas experiencias de profunda comunión que se vivieron y viven en
la iglesia pero me parece que hay una desproporción entre los esfuerzos
intelectuales por comprender la Trinidad y los resultados prácticos.
¿Qué
es lo que no funcionó?
A mi parecer la prioridad que se le dio
– consciente o inconscientemente – a la razón sobre la vida.
Cuando la simple razón y las estructuras
toman la delantera con respecto a la vida y la realidad caemos en
contradicciones y conflictos. Y, casi siempre, se termina cayendo en la
hipocresía.
El poeta Rilke vio bien, como cada poeta
sincero: “la vida siempre tiene la razón.”
Volvamos a la vida entonces. Es en la
vida donde la Vida se manifiesta y revela.
El evangelio de hoy nos regala una pista
muy interesante y aprovechable.
La pista de la Presencia. Es el famoso y
fantástico versículo que cierra el evangelio de Mateo: “yo estoy con ustedes hasta el fin del mundo” (Mt 28, 20).
Obviamente todo nuestro texto expresa el
pensamiento y la experiencia de Mateo, especialmente por lo que se refiere al
bautismo “en nombre del Padre, del Hijo y
del Espíritu Santo.” Jesús no anunció la Trinidad: el dogma trinitario toma
forma en los concilios del siglo IV (Nicea y Constantinopla).
Jesús vivió en la Presencia y la
Presencia. Jesús fue consciente de ser expresión de la divinidad y llamó lo
divino con las categorías culturales y religiosas de su tiempo: “Padre” y
“Espíritu”. Jesús se dio cuenta de que la Presencia de lo divino llegaba a cada
rincón, cada corazón, cada aliento de vida, cada espiga de trigo y cada rayo de
sol.
Y Jesús se dio cuenta y vivió en su
propia carne que en el corazón del Misterio de la Presencia está la relación:
la realidad una es relacional. Todo está en todo y todo está interconectado. El
monje zen Thich Nath Hanh lo llama “inter-ser”:
no existe separación ni nada separado. Todo surge del Amor y todo es por su interconexión.
Es una experiencia tan profunda y simple
como maravillosa y estremecedora.
¿Mi
existencia no se está dando por una serie infinitas de relaciones?
Soy… porque surjo de mis padres, mis
abuelos….
Soy… porque estoy comiendo algo que
surge de la tierra, del sol y del agua…
Soy… porque lo que como surge del
trabajo de otros seres que a su vez vienen de sus padres y abuelos…
Soy… porque respiro el aire que todos
respiran…
Soy… porque duermo en una cama que
alguien hizo y que viene de un árbol que yo no planté y que se nutrió de la
tierra, del sol, del agua…
Soy… porque vivo en una casa, en un
barrio, en un país que otros construyeron y juntos estamos construyendo…
Soy… porque afectivamente y
emocionalmente me nutro de otros seres…
Soy… porque soy fruto de una series
infinitas de coincidencias amorosas…
Soy… porque esta flor está siendo…porque
vos que me lees estás siendo…
Soy… porque todo está siendo, aquí y
ahora.
Raimon Panikkar (1918-2010) es uno de
los teólogos y místicos que con más lucidez abordó el Misterio Trinitario y su
reflejo concreto en la experiencia humana. Afirma lucidamente: “la persona no es un individuo ni una
existencia indiferenciada. Precisamente porque es algo último, la persona
escapa a toda definición. Persona es relación porque el Ser es relación.” Suya
es la esplendida intuición expresada en forma de “definición”: “la persona es un nudo en una red de
relaciones.”
Este Misterio relacional está en el
corazón de cada cosa y de la realidad misma: los cristianos lo llamamos
Trinidad.
En el corazón de la divinidad está la
relación de Amor: el Padre es el Eterno Amante que engendra al Hijo, el Amado.
El Hijo recibe eternamente el Amor y lo devuelve. El Espíritu es ese mismo
Amor.
Este Amor está inscrito en el Universo.
Es el soplo que da vida, sostiene todo y une todo.
Entrar en este Misterio es la
experiencia clave que transforma el mundo. Es regalo y responsabilidad.
“La
vida es una solidaridad, todos estamos implicados en los acontecimientos del
universo, toda acción tiene repercusiones universales.” (R. Panikkar).
No hay comentarios.:
Publicar un comentario