- Maestro: “¿Cómo puedo evitar las flechas del destino?”
- “Ponte
del lado del Arquero”
Me gustan mucho estos cuentitos cortos,
estos aforismos, estos brevísimos diálogos. Son como pinceladas que pueden
iluminar repentinamente.
Ocurre a menudo que con textos más
largos y conceptuales nos perdamos mientras que un corto dialogo o frase puede
hacer brecha en el ruido mental y llegar directamente al corazón y desde ahí
activar el poder intuitivo que late en cada uno.
Hay que estar atentos: la intuición es
más poderosa y verdadera que lo racional.
Una vez que la intuición capta el
mensaje podemos utilizar la mente para intentar comprenderlo racionalmente y
transmitirlo.
Es lo que intento hacer con nuestro pequeño
dialogo:
- Maestro: “¿Cómo puedo evitar las flechas del destino?”
- “Ponte
del lado del Arquero”
El discípulo – afuera de la metáfora –
está preguntando a su maestro como evitar los golpes de la vida. Nadie quiere
evitar lo que le gusta y le hace bien.
La respuesta seca y sabia del maestro
pone del revés la pregunta: la única manera de evitar las flechas es
convertirse en arquero.
¿Adonde
apunta el maestro?
A la perspectiva. A la percepción. A la
visión.
El discípulo percibe la vida como algo
que le ocurre desde afuera. Se percibe como un ser separado de la vida al cual
le ocurren cosas. Y quiere evitar los acontecimientos desagradables.
El maestro lo invita a reubicarse, a ver
las cosas de otra manera. A cambiar de lado.
La vida no es algo separado que nos está
ocurriendo. Somos esa misma Vida, ese Arquero
con la A mayúscula.
“Vive
la vida” le sugiere el maestro. O mejor: “deja que la Vida te viva”.
En otras palabras: el discípulo está en
una visión dualista y el maestro lo invita a pasar a la visión no-dual o de la
unicidad.
Es el camino contemplativo, el camino
del silencio.
Desde el silencio experimentamos que no
hay flechas, sino simplemente Arquero. Divino y único.
Desde el silencio podemos ver que la
Vida es Una y que – simple y maravillosamente – somos expresiones de esa Vida.
Soy la Vida que se está viviendo en mí.
Desde esta perspectiva, percepción y
visión no existen flechas ni destino. Se termina el juego mental – compulsivo e
inconsciente – del juzgar, del desear, del rechazar.
Surgen la belleza y la gratuidad: Vida
plena manifestándose. Un Arquero enamorado que siempre da en el blanco.
Y… ¿Qué pasa con las flechas?
La experiencia sugiere que las
dificultades, los golpes, los límites siguen.
Es cierto y es la experiencia también de
todos los sabios, santos e iluminados.
Nadie en el mundo está exente de
experimentar las flechas del dolor.
Ponerse del lado del Arquero no
significa dejar de experimentar la cuota de dolor que a cada cual le toca.
Pero, viviendo la Vida desde la Vida que
somos, todo se transforma radicalmente. Viviremos las flechas – las experiencias de dolor – desde la Paz y el Amor
que somos. Las viviremos como expresión también del Amor. Las viviremos como
oportunidades para descubrirnos y crecer. Las viviremos sin la angustia que
generalmente acompaña a las experiencias del dolor, del límite, del fracaso.
Viviremos las flechas con
responsabilidad: ¡no hay nadie disparándolas! No tenemos que culpar a nadie.
Somos responsables de nuestras propias flechas, responsable de todo lo que
sentimos.
Y, sobretodo, las viviremos desde la conciencia
de la unidad y la totalidad. La Conciencia eterna y estable – lo que somos – que no es afectada de
ninguna manera por ningún tipo de flecha.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario