“Juntando los pétalos no se aferra la
belleza de la flor”
Proverbio Zen
Este proverbio zen es de una belleza y
sabiduría excepcional.
Nos habla del detalle y el conjunto, de
la parte y el todo. ¿De dónde vienen la armonía y la belleza? ¿Del detalle o
del conjunto? De lo uno y de lo otro y de
ninguno de los dos.
Está es la paradoja de la belleza y de la
armonía y, en el fondo, la paradoja del amor y del ser humano.
La belleza viene de una conexión invisible
y única entre las partes y el todo, conexión que no es manipulable en ningún caso
por el ser humano y menos por su afán de posesión y su egoísmo compulsivo.
Intentar construir belleza en sentido
estricto, es inútil. La belleza ya está y no depende de nosotros. Solo hay que descubrirla
y darle visibilidad: ser cauce de belleza.
La mente solo conoce separando y
fragmentando y quiere aprovechar de esta capacidad para poseer lo conocido.
Podemos analizar los pétalos o podemos analizar la flor, pero su belleza y
armonía surge gratuitamente de esta íntima conexión entre los pétalos y la flor
en su conjunto: los pétalos son pétalos y la flor es mucho más que el conjunto
de sus pétalos.
Trasladando esta hermosa imagen a nuestra
vida nos podemos de la misma manera preguntar: ¿de dónde surge la belleza y la
armonía de nuestra vida?
¿De los detalles que la componen o de su
conjunto? Solo podemos contestar de la misma manera a la cual hemos respondido
por la belleza de la flor: de lo uno y de
lo otro y de ninguno de los dos.
Los detalles de nuestras vidas son
fundamentales, hasta los detalles más insignificantes. Por eso hay que
cuidarlos bien y vivir con plena conciencia cada cosa. Pero el amor que crea
belleza no está en el detalle: el detalle pasará, como todo.
Toda nuestra vida es fundamental, con sus
opciones claves, su historia y sus decisiones importantes. Pero el amor que
crea belleza no está en eso: también eso pasará.
El amor que la belleza y la armonía expresan es la
íntima, única y secreta conexión entre todo eso: entre detalles y conjunto,
parte y todo. Eso no pasará. Porque eso es lo que eres, es lo que somos. Es
Dios: manifestándose como pétalo y como flor.
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