miércoles, 1 de junio de 2016

Compasión y plenitud

¡Queridos amigos y seguidores de El agujero en la flauta

¡Paz y alegría a su ser!

Hace pocos días terminamos la tarjeta de invitación para la presentación de mi segundo libro y por eso en la reflexión de hoy quiero compartirles algo del camino que me llevó a escribir “Compasión y plenitud. La mirada transformará el mundo”.


Amo el silencio y amo escribir: parece contradictorio, pero es una expresión más de lo paradójico del ser humano. La paradoja nos constituye esencialmente y aprender a vivirla y manejarla nos hace más tolerantes y más sabios. Y sobretodo nos brinda una enorme y hermosa paz. Paz que supera todo lo que podemos imaginar, como también afirma Pablo en la carta a los filipenses (4,7).

Amo el silencio y, en realidad, las palabras que escribo salen de ahí. Hay una prioridad existencial y lógica del silencio sobre la palabra. El silencio viene antes y existe antes: palabras de vida solo brotan desde ahí.
Por eso hay que estar atentos, sumamente atentos. Tuve que estar atento, atento a la intuición que brota del silencio en cualquier momento, momento esperado o inesperado.

Así se gestó "Compasión y plenitud": así vio la luz. No fue un trabajo racional, aunque obviamente tuve que recurrir a la razón para dar forma a la intuición.
Eso me pareció y me parece clave: usar con docilidad la razón para dar forma al silencio, a lo intuitivo, a la inspiración. Acto creativo, propio de Dios. Y “Dios nos creó creadores” dijo una vez el filósofo francés Henri Bergson.
Eso es para mi escribir. Solo así tiene sentido, solo así es verdaderamente experiencia de Dios. Solo así es camino de humanización y plenitud.

Todo esto lo podría también expresar de esa manera: el libro se escribió solo. Simplemente intenté ser cauce. Y justamente la imagen del cauce abre la obra y la acompaña en su largo recorrido. Como primaveral mariposa.

Compasión y plenitud” intenta expresar una intuición espiritual que me es regalada constantemente y que alimenta mi vida: solo existe el Amor que se expresa en infinidades de formas. Vivir es al arte de dejar ser al Amor: quitarse del medio para que el Amor se exprese plenamente en mí, en tí, en cada uno y cada cosa. Ser cauce. Y en el fondo ser cauce es aprender a no-ser para que solo el Amor sea. Paradoja otra vez.

Así que por un lado solo el silencio es digno de ser dicho y por el otro la palabra que dice el silencio hay que decirla. Se vive entre amores, se vive entre luces. El momento elegirá.
Escribir es entonces como parir: cada palabra nace del silencio y cuando una palabra rompe el silencio y está dicha, el dolor inevitable del parto es absorbido por la luz de una nueva vida.
Muerte y resurrección: el Misterio central del cristianismo, la Pascua, se revela en todo. Todo está configurado de manera pascual y el escribir no podía escaparse a esta ley de carne y sangre.

Muere el silencio por un instante y brota la palabra. Muere la palabra cuando es comprendida correctamente y vuelve al silencio.
"Compasión y plenitud" intenta expresar eso: la vida es amor que va y viene. Vacío y plenitud. Esa es su belleza infinita: una belleza tan bella que solo el silencio sabe expresar.

De ahí surge la mirada nueva, mirada que sugiero a mis lectores. Una mirada amante que solo y sencillamente intenta descubrir la Casa común donde desde siempre habitamos, todos y sin distinciones: pobres y ricos, santos y pecadores, cristianos, ateos, budistas, hinduistas, musulmanes, opresores y oprimidos, libres y presos, alegres y tristes, famosos y anónimos. 

Estamos en Casa, siempre lo estuvimos. Todos. Podemos disfrutar con total libertad. Es la única Casa, la Casa del amor, la Casa de la Paz, la Casa del alegría.

Estamos en Casa: así termina "Compasión y plenitud". Así empieza este instante.









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