domingo, 10 de abril de 2016

Juan 21, 1-19

Los evangelios que la iglesia nos propone en la liturgia del tiempo pascual se centran en las apariciones de Jesús y desbordan vida y alegría.
Los estudiosos nos advierten que no hay que tomar los relatos de apariciones como relatos historicos
Esto no significa que no expresen una profunda realidad: la experiencia del Resucitado. Los discípulos tuvieron una profunda y transformadora experiencia del Cristo viviente. 
Esto es lo esencial. A esto hay que apuntar. Eso vivieron ellos y a eso estamos llamados nosotros hoy.
Muchos cristianos pierden energías y tiempo en devociones varias o en la búsqueda de signos extraordinarios de la Presencia del Resucitado.

Como dice maravillosamente el maestro hindú Mooji: Los buscadores siempre están diciendo: “Necesitas un Maestro que esté vivo.”Pero, en realidad, ¡el Maestro es el único que está Vivo!

El Cristo Viviente es lo único realmente vivo: en él vivimos y de él vivimos. Su vida desborda por todos los poros del Universo.
Entrar en esta Vida es lo único que importa. 

¿Cómo? Una de las actitudes fundamentales es la confianza.

El hermoso texto de hoy nos relata que Jesús invita a los pescadores fracasados a echar la red del lado derecho del barco.
Los pescadores confían y la abundancia los sorprende e inunda.
¿Y si Jesús hubiera dicho que echaran la red del lado izquierdo?
Igual hubieran sacado tan abundantemente.
Derecha e izquierda no importan. Lo que realiza el milagro de la abundancia es la confianza.
La abundancia siempre está. El Resucitado con su vida divina siempre está. Pero solo la confianza te lo hace ver y descubrir.

Lo mismo podemos decir del famoso diálogo entre Jesús y Pedro y sus tres preguntas: "¿Me amas Pedro?", "Si, te quiero". Pedro no comprende la abundancia del amor del Maestro y se queda en un nivel más superficial: "te quiero". La vida lo llevará a comprender y entregará su misma vida al Maestro.

Echas tus redes dondequiera. Pero confía. Confía en el Cristo. Confía en la Vida. Confía en tu Ser y Unidad con Dios.
Verás abunandancia por doquier y compartirás desde ya la mesa con Jesús.

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