martes, 1 de diciembre de 2015

Descalzos

El fin de semana pasado, como les había anunciado, estuve de retiro con el P. Laurence Freeman, responsable de la Comunidad Mundial de Meditación Cristiana.


Fue un retiro de silencio y meditación, donde también vivimos la experiencia de una caminata contemplativa.
Estaba de chancletas y en un momento de la caminata me descalcé. Quería vivir la experiencia del caminar más concretamente y sentir más sensiblemente el terreno.
Es muy interesante darse cuenta como el caminar con los pies desnudos cambia totalmente la percepción. 
Estando atentos se perciben cantidad de cosas: la piedritas del terreno, el polvo, la hierba, lo desparejo del terreno y sus ondulaciones... a veces un poco de dolor si se pisa alguna piedra puntiaguda y otras veces alivio pisando la suavidad del pasto fresco. Me llamó la atención especialmente la notable diferencia de temperatura entre donde llega el sol y donde hay sombra.

Me vino a la mente el pasaje del libro del Exodo en el cual Moisés se acerca a la zarza ardiendo y escucha la voz de Dios: No te acerques hasta aquí. Quítate las sandalias, porque el suelo que estás pisando es una tierra santa”. (Ex 3, 5).

Para percibir a Dios hay que sacarse las sandalias. Desde Jesús (y Buda antes) y desde una percepción más ajustada de la realidad podemos sin duda afirmar que todo, absolutamente todo es "tierra santa". Ya no existe separación entre profano y sagrado. La separación la ponemos nosotros porque no nos quitamos las sandalias: entonces nuestra percepción se hace artificial y mecánica. 

Para aprender a percibir la Presencia desbordante de Dios hay que desnudarse: soltar miedos, prejuicios, cosas aprendidas, dogmas, catecismos, filosofías, etiquetas. No porque no sirven, sino porque - en un primer momento por lo menos - distorsionan la percepción. Antes hay que aprender a percibir la Presencia, después podemos manejar con soltura y sabiduría todas estas cosas.
Si antes no piso la tierra con los pies descalzos, nunca sabré lo que se siente y lo que significa. Nunca conoceré realmente el terreno.
Una vez vivida y aprendida la experiencia andar con zapatos puede agilizar algunas cosas y, cuando lo necesitamos, podemos volver a descalzarnos.

El aprendizaje de la percepción es fundamental y para eso a nadie les es ahorrado el desnudarse interior: el silencio y la meditación conducen a esto.
Sólo desde la desnudez se percibe el infinito. Ya lo había vislumbrado el poeta William Blake: "Si las puertas de la percepción se depurasen, todo aparecería a los hombres como realmente es: infinito."

Caminar descalzo puede doler, pero la libertad y la sensaciones que genera no tiene comparación.

¡Buena caminata!

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