"La ética de Jesús es la ética de la alegría de vivir para todos, de la alegría compartida con todos, ninguno excluido. Y es lo que más cuesta, asumir y aceptar esto como proyecto de vida. Porque la ascética más dura no es la ascética de la renuncia, sino aquella de la donación"
José María Castillo
El teologo español Castillo, conocido por su valentía, coraje, profundidad y apertura, nos da una clave de lectura importante para nuestro vivir humano y cristiano.
La ética es la ciencia que se ocupa justamente de la manera de vivir, del comportamiento del ser humano. Responde a la pregunta: ¿Cómo hay que vivir?
Me parece acertado e iluminante que Castillo defina la ética de Jesús como la ética de la alegría para todos. El autor, y yo le sigo, subraya el "para todos". Estamos en un mundo donde parece que sólo pocos pueden vivir de la alegría. Muchos no tienen las mínimas condiciones para disfrutar de este hermoso regalo que es la vida.
El evangelio - la palabra misma lo dice - es Buena Noticia. El evangelio es propuesta de vida plena y alegre para todos.
Hasta que haya una persona triste en el universo, una persona que no se de cuenta de la raíz alegre de la vida, todavía hay espacio para el anuncio del evangelio.
Esta ética de la alegría que el evangelio nos propone nos pide una conversión, es decir, un cambio de dirección.
Hasta hace poco, y todavía sigue presente aquí y allá, se centraba el vivir cristiano en la renuncia. El pensamiento subyacente era el siguiente: el mundo en el fondo no es tan bueno; hay que renunciar y sacrificarse, decir "que no" a un sinfín de cosas para encontrar la vida y la salvación.
La ética de la alegría que Jesús nos propone es más humana, sabia y vivible. El mundo es un don maravilloso, donde hay vida de sobra para todos; la salvación está siempre presente en la vida comunicada a cada instante. Esta vida pide ser compartida para llegar a todos, especialmente a los que sufren.
Se pasa de la centralidad de la renuncia a la centralidad de la donación. Donación que es mucho más exigente y humanizante que la simple renuncia.
En otras y cristianas palabras: el amor no es, antes que nada, negación. El amor pide ser - y puede ser - experimentado en plenitud para ser compartido. Para todos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario