"¿Cómo es posible que crean, ustedes que se glorifican unos a otros
y no se preocupan
por la gloria que viene sólo de Dios?"
Juan 5, 44
Esta mañana quiero retomar un versículo del
texto evangélico que hemos leído en la liturgia de ayer.
Los estudiosos y biblistas nos dicen que la gloria es la
visibilidad del amor de Dios. El amor se hace visible: esta es gloria.
Tal vez la mejor y más hermosa definición la sugirió
San Ireneo de Lyon en el siglo II: "la gloria de Dios es el hombre
viviente". La gloria de Dios es el hombre que vive plenamente su
humanidad, el hombre feliz y creativo, el hombre que disfruta de la creación y
que vive en el amor.
Ireneo ya había visto bien y relaciona la gloria de Dios
con la plenitud humana.
Vuelve la tajante palabra de Jesús:
Me parece brillante y tenemos tantas experiencias
cotidianas. Cuando el amor triunfa y se ve hablamos de gloria: "un
glorioso final", "terminó en gloria".
Con el pasar del tiempo hemos perdido el camino y hemos
reducido la gloria de Dios a algo ritual y puramente exterior
o devocional: ofrecer oraciones o penitencias a la divinidad.
Jesús relaciona la fe con la gloria de Dios y nos dice
que un camino de fe es posible cuando descubrimos esta gloria.
Nos podemos preguntar: ¿qué es la "gloria de Dios"?
Tanto se ha dicho y tanto se ha escrito sobre el tema.
También y peor aún hemos caído en la exterioridad y
superficialidad y no sabiendo descubrir la belleza de Dios en la plenitud
humana nos hemos inventado toda clase de ridículas glorias expresadas en
privilegios, títulos, edificaciones. La iglesia también ha caído en eso:
"eminencia", "excelentísimo", "monseñor"...
vestimentas anacrónicas, sillas especiales, tronos, lugares de
honor, burocracia.
"¿Cómo es posible que crean,
ustedes que se glorifican unos a otros
y no se preocupan
por la gloria que viene sólo de Dios?"
El cambio de época y la crisis de fe tiene que
ver también con todo eso en mi manera de ver.
El testimonio de la gloria de Dios pasa por saber descubrir,
valorar y proponer la Presencia misma del divino en lo humano. Descubierto el
Amor a la raíz de todo lo que existe se nos regala la posibilidad de vivir
en plenitud nuestra humanidad.
Viviendo en plenitud nuestra humanidad expresaremos
también a Dios y la divinidad brillará en este mundo: será Gloria.
"¿Cómo es posible que crean, ustedes que se glorifican unos a otros
y no se preocupan
por la gloria que viene sólo de Dios?"
Esta mañana quiero retomar un versículo del
texto evangélico que hemos leído en la liturgia de ayer.
Los estudiosos y biblistas nos dicen que la gloria es la
visibilidad del amor de Dios. El amor se hace visible: esta es gloria.
Tal vez la mejor y más hermosa definición la sugirió
San Ireneo de Lyon en el siglo II: "la gloria de Dios es el hombre
viviente". La gloria de Dios es el hombre que vive plenamente su
humanidad, el hombre feliz y creativo, el hombre que disfruta de la creación y
que vive en el amor.
Ireneo ya había visto bien y relaciona la gloria de Dios
con la plenitud humana.
Vuelve la tajante palabra de Jesús:
Me parece brillante y tenemos tantas experiencias
cotidianas. Cuando el amor triunfa y se ve hablamos de gloria: "un
glorioso final", "terminó en gloria".
Con el pasar del tiempo hemos perdido el camino y hemos
reducido la gloria de Dios a algo ritual y puramente exterior
o devocional: ofrecer oraciones o penitencias a la divinidad.
Jesús relaciona la fe con la gloria de Dios y nos dice
que un camino de fe es posible cuando descubrimos esta gloria.
Nos podemos preguntar: ¿qué es la "gloria de Dios"?
Tanto se ha dicho y tanto se ha escrito sobre el tema.
También y peor aún hemos caído en la exterioridad y
superficialidad y no sabiendo descubrir la belleza de Dios en la plenitud
humana nos hemos inventado toda clase de ridículas glorias expresadas en
privilegios, títulos, edificaciones. La iglesia también ha caído en eso:
"eminencia", "excelentísimo", "monseñor"...
vestimentas anacrónicas, sillas especiales, tronos, lugares de
honor, burocracia.
"¿Cómo es posible que crean,
ustedes que se glorifican unos a otros
y no se preocupan
por la gloria que viene sólo de Dios?"
El cambio de época y la crisis de fe tiene que
ver también con todo eso en mi manera de ver.
El testimonio de la gloria de Dios pasa por saber descubrir,
valorar y proponer la Presencia misma del divino en lo humano. Descubierto el
Amor a la raíz de todo lo que existe se nos regala la posibilidad de vivir
en plenitud nuestra humanidad.
Viviendo en plenitud nuestra humanidad expresaremos
también a Dios y la divinidad brillará en este mundo: será Gloria.
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