Sonreír es tal vez el lenguaje humano más universal y más comprendido.
La sonrisa anula distancias y nos conduce hacia nuestra verdadera casa: la unidad que todo sostiene.
En la sonrisa nos encontramos y nos entendemos y ya no hay niño ni viejo, como sugiere la hermosa foto que acompaña esta reflexión.
La sonrisa tiene el misterioso poder de devolvernos a nuestro centro y descubrir la paz.
La sonrisa alivia el dolor y la angustia y nos hace entrever y vislumbrar el rostro de Dios.
Sonreímos cuando somos felices pero la sonrisa tiene un poder milagroso: sonreír nos hace descubrir la felicidad.
Aunque no lo sientas y no tengas ganas, sonríe: la sonrisa te tomara de la mano y te llevará a casa.
Sonreímos cuando somos felices pero la sonrisa tiene un poder milagroso: sonreír nos hace descubrir la felicidad.
Aunque no lo sientas y no tengas ganas, sonríe: la sonrisa te tomara de la mano y te llevará a casa.
Tendríamos que sonreír más y hacer de nuestra sonrisa un hermoso regalo para nuestros hermanos.
Cuando nuestra sonrisa es autentica trascendemos nuestra individualidad y nos encontramos en la común identidad. Nos encontramos en el Océano del Amor.
Ya no existe "tu" y "yo". Solo hay sonrisa. Solo existe el acto de sonreír.
Y todo como por milagro se transforma en un reflejo de la eterna sonrisa que Dios te está dirigiendo en este preciso instante.
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