"El hombre es infinitamente más de lo que piensa, aunque mucho menos de lo que se cree."
Halil Bárcena
Halil Bárcena, experto en espiritualidad sufí, nos regala esta perla comentando un texto de Rumi.
En realidad es una comprensión que podríamos aplicar tranquilamente a todas las grandes tradiciones espirituales.
La verdad, venga de quien venga y se exprese como se exprese, es siempre verdad. Y sabemos que algo es verdadero porque nos alimenta y nos regala paz y luz.
Aconsejo tomarse un tiempo de silencio y contemplación para rumiar esta frase: su verdad la atrapamos intuitivamente, no conceptualmente. Es esencial: la verdad, sobre todo la verdad existencial, se intuye, no se explica.
Esta frase provocadora nos invita a ser prudentes y profundos para poder comprenderla cabalmente y así poder vivirla. Es cuestión de matices, pero a menudo un matiz transforma todo, como el lugar adonde ponemos una coma o un punto puede cambiar radicalmente el sentido de una frase.
Central es comprender la distinción entre "pensamiento" y "creencia".
El pensamiento en general surge solo y solo se va y depende en gran medida de nuestra cultura, educación y heridas emocionales.
La creencia es un pensamiento que quedó congelado por el ego.
El ego es el mecanismo psicológico por excelencia que quiere darnos una identidad fuerte a partir de la identificación con realidades ilusorias y pasajeras (nombre, rol, profesión, bienes, etcétera).
Cuando quedamos atrapados en el pensamiento percibimos que somos "poca cosa" y en seguida nos aferramos a esta "poca cosa" dandole un fuerte sentido de identidad: la "poca cosa" que hemos pensado se transformó en nuestro "yo" omnipotente.
En general nos movemos en la existencia entre estos dos opuestos: una bajísima autoestima y un deseo ilusorio de omnipotencia.
Cuando nuestro pensamiento queda más o menos libre de nuestro ego percibimos todas nuestras limitaciones y fragilidad. Cuando el ego toma la delantera nos creemos omnipotentes.
En los dos casos hemos perdido conexión con nuestra verdadera identidad. Lo que somos va más allá de lo que pensamos y trasciende la ilusión del ego.
El camino espiritual consiste justamente en eso y solo en eso: descubrir nuestra autentica identidad y vivirnos desde ahí.
Descubierto eso seremos libres de los peligros de los opuestos: baja autoestima y omnipotencia.
Nos viviremos desde lo que somos: amor. Amor infinito y eterno que se está expresando momentáneamente en nuestra efímera existencia.
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