"Mientras no sepas
cómo morir y volver a vivir,
no serás más que un lamentable viajero
en esta oscura tierra"
Goethe
Goethe otra vez nos aporta una luz para nuestro caminar diario y para leer con sabiduría los acontecimientos humanos, personales y cósmicos.
El verso del poeta suena medio triste: "lamentable viajero", "oscura tierra". El ser humano en su caminar parece necesitar de la tristeza y de la angustia para despertar del sueño del egoísmo.
El dolor es un maestro admirable e implacable. Su función es despertarnos a nuestro verdadero ser.
Cuanta gente anda triste, inutilmente triste, por el viaje hermoso de la vida.
Cuantos no logran sonreír frente a la belleza infinita de lo cotidiano.
¿Por qué? ¿Por qué?
La respuesta es a la vez simple, profunda, terrible: ¡no queremos morir! El miedo, el único miedo que vale la pena nombrar: el miedo a la muerte. Este miedo es una ilusión de nuestro ego, nuestro yo superficial. Nos hace buscar la felicidad en cosas, en éxitos, en aplastar al otro, en hacer carrera. Esfuerzos inútiles, querido viajero.
Hay que morir y volver a vivir. Esto Jesús lo enseño con cada respiro de su vida. Antes Buda enseño lo mismo. Jesús lo dejó plasmado en la Cruz y en el sepulcro vacío.
Aprender a morir es el arte del vivir. No hay cortada o escapatoria en este camino. Aprender a morir es dejar pasar todo lo que no soy, todo lo que es pasajero, para centrarnos en lo eterno. Dejando morir lo falso aparece lo verdadero; dejando morir lo que no somos, aparece lo que somos: volvemos a vivir. Nos encontramos por fin con la Vida Una que no pasa, porque no nació y no puede morir.
"Mientras no sepas
cómo morir y volver a vivir,
no serás más que un lamentable viajero
en esta oscura tierra"
Tenemos la posibilidad de aprender a morir todos los días: dejando de querer tener siempre la razón, dejando de querer controlar y manipular la vida, dejando ir lo que se va y recibiendo lo que viene, amando sin esperar nada.
Todavía veo tanta gente que camina por el mundo con su mochila cargada, siempre corriendo, acumulando, aplastando. Resuena el reproche de Jesús al hombre acumulador de trigo del evangelio: “Insensato, esta misma noche vas a morir. ¿Y para quién será lo que has amontonado?” (Lc 12, 21).
Son "lamentables viajeros" que hace de esta hermosa tierra una "oscura tierra".
Quiero aprender a morir, quiero que vos aprenda. Para volver a vivir y pasar por el mundo como un viajero enamorado, haciendo de la tierra un jardín floreciendo.
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