El evangelio de hoy nos puede sorprender por su perfil medio trágico. No hay que quedarse en la superficie ni dejarse asustar.
Este es un criterio general que me parece valido y sabio: cuando una texto evangélico nos asusta o nos infunde miedo no lo estamos "leyendo" bien.
El evangelio es "Buena Noticia": siempre. También sus páginas más exigentes y fuertes no pierden nunca el trasfondo del amor y la alegría. No lo olvidemos.
Lo de hoy tiene que ver con el genero literario apocalíptico: genero usado al tiempo de lo evangelistas para sacudir las conciencias con imágenes fuertes y para expresar novedades importantes.
Está naciendo un mundo nuevo: este es el mensaje. Dicho con la hermosa imagen de los brotes de la higuera.
El mundo nuevo nace ahora: este es el momento. El ahora es el único momento de Dios, porque es el único que existe.
Dios está continuamente engendrando un mundo nuevo que nace desde adentro.
Es como un parto y ese parto a menudo es doloroso.
Ya San Pablo usó esta imagen: "Sabemos que la creación entera, hasta el presente, gime y sufre dolores de parto." (Rom 8, 22).
Quién se radica en el presente haciendo de este presente el eje de su amor contribuye al engendrar el mundo nuevo y lo empieza a vislumbrar.
La segunda venida de Cristo - de la cual hablan los evangelios y que la liturgia nos propone antes de comenzar el Adviento - es justamente el brotar de un mundo nuevo desde dentro. Se rompe la cascara y surge el amor. Se abre el sepulcro y explota la vida.
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