lunes, 12 de octubre de 2015

El poeta y la rosa

Queridos amigos de "El agujero en la flauta": desde hoy a mediodía hasta el miércoles estaré en un encuentro de formación del clero de la Diocesis de Mercedes en la casa de retiro de La Paz (Rosario). No habrá conexión internet, así que martes y miércoles no habrá reflexión diaria. Les propongo hoy una y espero pueda acompañarlos hasta el jueves. También pueden volver a leer algunas antiguas, según sus exigencias actuales y sus gustos. Los llevo en mi corazón y oración. Gracias.


Rainer María Rilke (Praga, Republica Checa 1875 - Suiza 1926) es uno de mis poetas preferidos.Les propongo una linda anécdota de su vida que podemos tomar como enseñanza.



El poeta Rainer María Rilke vivió un tiempo en Paris. Para ir a la universidad recorría todos los días, en compañía de una amiga suya, una calle muy transitada.
Un rincón de esa calle estaba permanentemente ocupado por una mendiga que pedía limosna a la gente que pasaba por allí. La mujer sentada siempre en el mismo lugar, inmóvil como una estatua, con la mano tendida y los ojos fijos en el suelo.
Rilke nunca le daba, mientras que su compañera muchas veces le dejaba alguna moneda.
Un día la joven francesa le pregunté al poeta: “¿Por qué nunca le das nada a esa pobre mujer?
Tendríamos que dejarle algo en su corazón, no en sus manos”, respondió el poeta.
Al día siguiente, Rilke llegó con una espléndida rosa apenas abierta, la puso en la mano de la mendiga e hizo ademán de irse.
Entonces sucedió algo inesperado: la mendiga alzó los ojos, miró al poeta, se levantó del piso, tomó la mano del hombre y la besó. Después se alejó apretando la rosa a su pecho.
Durante toda la semana nadie la vio. Pero ocho días después, la pobre mujer estaba nuevamente en el acostumbrado rincón de la calle. Silenciosa e inmóvil como siempre.
“¿De qué habrá vivido todos estos días en los que no ha recibido nada?”, preguntó la joven francesa.

De la rosa”, respondió el poeta.


Me acordé de la palabras de Jesús: "no de solo pan vive el hombre". El ser humano no necesita solo de pan: vive también de la belleza, la gratuidad, la bondad.
Que hoy y siempre podamos dejar algo en el corazón de los que encontramos en nuestro camino y aprender, todos juntos, a vivir de la gratuidad de la belleza!

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