"Aceptar una idea de la verdad sin experimentarla es como una pintura de un pastel sobre un papel: no se puede comer"
Suzuki Roshi
El maestro zen Suzuki nos recuerda algo esencial: la verdad es vida y la vida es la verdad. Uno de los grandes aportes del zen a nuestra cultura y religiosidad enfermas de racionalismo es el vinculo constitutivo entre verdad y vida.
A partir del axioma de Descartes: "Pienso luego existo" y de los ideales positivistas de la revolución francesa nuestro mundo occidental cayó en la trampa del idealismo: creer que las ideas y los pensamientos son la verdad. Esto afectó fuertemente también el cristianismo que se volvió doctrinal, perdiendo todo el empuje místico de sus orígenes.
Decir o pensar que "Dios es amor" es un simple pensamiento, una idea como cualquier otra...hasta que no lo experimento. Tiene muy poco que ver con la verdad.
Esto es tan central que, a mi parecer, es una de las claves para leer la crisis de nuestra sociedad y de la iglesia.
El alejamiento de la gente de la iglesia no es un alejamiento de Dios: es un alejamiento de un Dios pensado. Un Dios pensado es un Dios que no transforma la vida y que, en el fondo, no sirve para nada: como un pastel dibujado en un papel. El dibujo puede ser maravilloso, pero no me nutre.
Nuestra espiritualidad se volvió una espiritualidad idealista, sin real contacto con la vida.
Hay que volver a la experiencia de Dios y, esencialmente, Dios se experimenta en y a través de la vida, aquí y ahora.
Como decía otro gran filosofo francés, Blaise Pascal: "Dios no se piensa, Dios se vive".
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