viernes, 4 de septiembre de 2015

Escuela del Silencio/3

¿Qué podemos decir entonces del Silencio?
El Silencio no es algo: es un estado de conciencia. 
Es un estado del Ser. 
No es un lugar. 
Es un no-lugar donde todo ocurre. 
Es pura posibilidad. 


No podemos pensarlo porque si lo pensaríamos sería un objeto. Y sería una proyección de nuestra mente: en el fondo una ilusión. 
El Silencio podemos serlo y, en realidad, es lo que somos. 

"La esencia misma de tu ser es el silencio infinito y eterno. Esa es la esencia de toda la existencia" (Leonard Jacobson).

Silencio, Vacío, Quietud: tres palabras que intentan expresar la misma realidad. Donde hay Silencio toda Palabra puede ser dicha. Donde hay Vacío es posible Plenitud. Donde hay Quietud es posible todo movimiento. 
Podemos entonces entender el Silencio como una de las infinitas dimensiones de lo que llamamos "Dios". No deja de ser sumamente sugerente que la Biblia expresa de varias maneras y en muchos lugares que toda la Creación surge del Silencio y que la Palabra Eterna - Jesucristo - también surge del mismo y único Silencio. Por no hablar del fecundo Silencio de la Cruz, del cual hablaremos a su tiempo.


Cada uno de nosotros y cada cosa existente es una Palabra dicha desde el Silencio, en el Silencio y que vuelve al Silencio: el Infinito Océano del Amor. 
Por eso es tan esencial conectar con ese Silencio. Conectar con el Silencio es conectar con lo que somos, con nuestra raíz, nuestra fuente. 

¿Cómo hacerlo? Mañana daremos unas pistas. 

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