"Solo un exceso es recomendable en el mundo:
el exceso de gratitud"
Jean de la Bruyere
Nuestro mundo es, muchas veces, un mundo de excesos: exceso de comida y ropa en los países ricos, exceso de información, exceso de palabras inútiles, exceso de cosas inútiles, exceso de propuestas de diversión, etcétera...
También parece que para divertirse o pasarla bien necesitamos excesos: de alcohol, de sexo, de volumen musical.
Los excesos, lo sabemos muy bien aunque no queramos admitirlo, no son para nada saludables.
Parece que la naturaleza y la sabiduría de Dios pusieron en cada cosa la ley de la justa medida.
Comer es necesario y bueno: se vuelve dañino cuando se come demasiado poco o excesivamente.
Los ejemplos se podrían multiplicar: descanso, trabajo, actividades.
Nuestra cita de hoy nos aconseja el único exceso saludable: la gratitud.
Agradecer en efecto - cuando es expresión genuina - nunca daña.
Agradecer es reconocer el fondo de bondad y belleza de cada cosa.
Agradecer nos pone siempre en el lugar correcto al momento correcto.
Por qué todo esto?
Porque la gratitud es nuestra esencia. Como María somos "agraciados", es decir "llenos de Gracia".
Cada cual es un don para si mismo antes que nada. Porque cada cual es expresión única del Amor.
Agradecer excesivamente nos recuerda que somos fruto de otro exceso: el exceso del Amor.
Hoy podríamos tomarnos un tiempo de serenidad para vivir expresamente y conscientemente la gratitud: hacia nosotros mismos, hacía Dios, hacia algunas personas...
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